x Asesor y profesor de Estrategia y RSC.D e los 20 equipos de la "mejor liga de fútbol de mundo", como algunos dicen, el Atlético de Madrid fue dolorosamente intervenido, el Racing de Santander fue salvado por el Gobierno de Cantabria, el Hércules de Alicante por la Generalitat Valenciana vía Conselleria de Turismo, el Mallorca y el Valladolid tienen deudas que les llevan al concurso de acreedores, etc. Mientras tanto, el Real Madrid y el Barcelona pagan salarios de millones de euros a sus entrenadores y futbolistas, en tiempos de crisis económica y en medio de una industria donde no se sabe cómo sobrevivirán la mayoría de clubes de fútbol en el futuro y habiendo sido, muchos de ellos, salvados por el dinero de los contribuyentes. Si le dijéramos a Florentino Pérez o Sandro Rosell que, por todo ello, no hay derecho a esos salarios, nos mirarían asombrados y podrían contestarnos, de forma lógica, de la siguiente manera: "Todos los clubes de fútbol no son iguales. Clubes como el Madrid o el Barcelona no han recibido dinero público, ni los hemos puesto en riesgo. Los contribuyentes no deberían poner dinero para sostener un club de fútbol, y debería existir un sistema que facilitara la salida o reconversión de dichos clubes. El alto salario es clave para atraer talento y competir con equipos como el Manchester, el Chelsea, el Inter o el Bayern de Munich". Pues bien, eso es lo que contestó, Robert Diamond, consejero delegado de Barclays, en su comparecencia, hace unos días, ante la Cámara de los Comunes para hablar de la competencia en el sector financiero británico. -"¿Cree usted más difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos a que un camello pase por el ojo de una aguja?", le lanzó, de sopetón, el diputado laborista John Mann. -"¿No entiende usted el enfado que hay en la calle contra los banqueros?", le espetó el diputado conservador Andrew Tyrie. Diamond no se inmutó y contestó como hemos visto. -"Todas las instituciones financieras no son iguales. Barclays o HSBC no han recibido dinero público, ni hemos puesto en riesgo estas entidades. Los contribuyentes no deberían poner dinero para sostener un banco, y debería existir un sistema que facilitara su salida. La entrega de bonuses es clave para atraer talento y competir con firmas como JP Morgan, Deutsche Bank, Morgan Stanley o Goldman Sachs". Es tan sencillo como eso, tan lógico como eso. Ver los bonuses que los exdirectivos de Caja Madrid claman como derechos, tras destrozar los beneficios de la entidad en tres años y tener que sobrevivir con dinero de los contribuyentes, atenta contra el sentido común, contra la responsabilidad social empresarial y daña la reputación de todo un sector, ya que la opinión pública no hace diferencias, haciendo pagar a justos por pecadores. El sector bancario debe ser el primero en apostar por el sentido común, base de la responsabilidad empresarial, de forma que quien no lo haga sea penalizado como excepción y no visto como la norma.