La relación de España con Argelia se complica cada vez más, y la segunda parece ir ganando la partida. La rescisión de los contratos de explotación del yacimiento de gas Gassi Touil por parte de la gasista estatal Sonatrach es uno de los frentes abiertos entre ambos países. Estos contratos se negociaban porque el país africano no tenía recursos suficientes para explotar el yacimiento, con lo que necesitaba capital extranjero. Pero el importante aumento del precio del petróleo -en 2004 estaba de media a 38,27 dólares barril y actualmente supera los 80 dólares- hace que ahora ingrese lo suficiente para no depender de las inversiones extranjeras. Así le salen las cuentas y puede romper los compromisos que había adquirido previamente. La medida de la argelina supone la adopción de una estrategia peligrosa y agresiva que en poco ayuda a la imagen internacional de Argelia, para las relaciones comerciales en general y para la inversión extranjera en particular. Además, tiene otros frentes abiertos, como son Cepsa y el gasoducto Medgaz. Si Sonatrach se hace con el paquete de Cepsa que ahora tiene el Santander -un 30 por ciento-, supondría la llave de entrada al mercado español, y el gasoducto de Medgaz estaría liderado por Total y Sonatrach. La argelina no sólo traiciona así la confianza de las empresas españolas -y por extensión de otras multinacionales potencialmente interesadas en invertir en la región-, sino que además podría llegar a competir con ellas en su propio mercado. El Gobierno español debería tomar medidas ante su posible entrada en el mercado nacional de gas ya que, además de ser una empresa pública que entraría en una privada, no respeta sus compromisos.