El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ha manifestado al presidente de CEOE, Joan Rosell, su voluntad de profundizar en la reforma laboral antes de marzo de 2011, incluyendo iniciativas más acordes con las propuestas del empresariado. Supone un reconocimiento tácito de la cortedad e insuficiencia de la minirreforma de 2010. Pero lo principal es que al Ejecutivo se le acaban los cartuchos: no puede malgastar otra ocasión para quedarse en parches o buenas palabras. Ha de abordarla con más firmeza, como recomienda el BCE. Sería un acierto que abrazase las medidas que defiende la patronal, como la supresión de la ultraactividad o la facilitación del descuelgue, en aras de la flexibilidad, así como la desjudicialización del despido, aliviando las trabas de nuestro marco laboral.