Cada vez que la prensa internacional ha tratado la economía española en los últimos meses los titulares se los ha llevado el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. En la retina de los inversores extranjeros se ha quedado la imagen de los desplomes del sector, de un incendio cuya mecha prendió la caída en desgracia de la valenciana Astroc. Como consecuencia los grandes inversores extranjeros también han evitado todo lo que oliera a banca, el sector que ha estado alimentando el boom de la vivienda y, por lo tanto, con mayor riesgo, si la crisis se extiende y aumenta la morosidad. Estos movimientos se entienden por el destacado papel que la construcción ha desempeñado en el milagro económico español. Al fin y al cabo, la inversión en construcción supone el 14,6 por ciento del PIB y de cada 100 empleados en España, 14 trabajan en la construcción. Pero aún así el castigo está siendo excesivo, tanto al sector como al conjunto de la bolsa española. Y sobre todo, para las grandes compañías del Ibex, que ya sorprendieron con claridad las previsiones de los expertos con sus beneficios del primer semestre. Tanto BBVA como Telefónica, entre otras, verán crecer este año su resultado más de un 20 por ciento. Además, no hay que olvidar que las grandes empresas españolas tienen cada vez menos dependencia del negocio local tras su intensa expansión internacional, por lo que se ven menos afectadas. Si se separa el grano de la paja, se aprecia que el mercado español cotiza a precios interesantes. Y, como en los típicos chistes en los que un español compite con un francés, un italiano o un alemán, puede que al final el mercado nacional acabe llevándose el gato al agua en el largo plazo.