Al día siguiente de que el presidente del Gobierno dijera que la crisis de las hipotecas basura no iba a afectar a España, el euribor, que marca el pago de la hipoteca de todos los españoles, se ponía en el nivel más alto en casi siete años, en el 4,7 por ciento. No hubo nadie que le explicara a Zapatero que eso es lo que más temen los españoles, la letra del piso, tal y como revela el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en la encuesta que se hizo pública ayer. Y es que la historia demuestra que, en casos de crisis económicas, hay que tener alejados a los políticos. La vivienda sigue siendo un problema en España: cuando los precios contienen su subida, lo que sube es el euribor y, para más inri, el Banco Central Europeo (BCE) no cierra la puerta a más subidas de tipos, aunque eso le cueste inyectar millones al sistema financiero por falta de crédito. El riesgo es mayor de lo que parece. Lo primero que pagan cada mes los españoles es el crédito hipotecario, con lo que en el momento en que éste suba de la mano del euribor, como ahora, se retraerá dinero del consumo doméstico, uno de los pilares de nuestra economía. Mientras el empleo y la inversión aguanten, el crecimiento español seguirá siendo alto, pero en el momento en que uno de los eslabones de la cadena del modelo económico falle, (por ejemplo, el consumo), todos los demás también se deterioran. No es momento de ponerse pesimistas, pero mensajes como el que el BCE envió ayer a los mercados, cuando la bolsa se esta recuperando poco a poco de la crisis, no son tranquilizadores para nadie. Como tampoco lo es un presidente del Gobierno que dice que, por más que la situación económica mundial parezca complicada, aquí no pasa nada. Que se lo digan a los inversores de los fondos afectados hasta ahora. Y seguirá...