El Gobierno tiene la intención de aumentar una media del 1,8 por ciento el precio de la electricidad a partir del próximo 1 de julio. Pero, ¿no estaba liberalizado el sector eléctrico? Una gran parte sí lo está: las empresas eléctricas son privadas y, por tanto, los generadores son libres de establecer lo que les cuesta cada megavatio. Por eso sorprende que en un sector que se supone de libre mercado desde el año 2004 se siga rigiendo por un establecimiento de tarifa eléctrica por parte del Gobierno, en un claro acto de intervencionismo económico. Aquí no mandan las reglas del mercado. El actual sistema se ha demostrado poco eficaz, dado el hecho de que a veces las compañías se vean obligadas a vender su energía por debajo de coste -es el llamado déficit tarifario- cuando el precio de la electricidad, que varía cada hora, está alto. Así, se da la circunstancia de que en este caso sube el precio de la luz para los consumidores en un momento en el que el precio medio de la energía está más barato que el año pasado. La liberalización, por tanto, no es completa, y consecuentemente no es efectiva ni beneficiosa para los consumidores. No obstante, a esta situación le queda poco, ya que el año que viene una Directiva europea eliminará el actual sistema de tarifas y las compañías eléctricas podrán competir por precio y lanzar sus propias ofertas al mercado, ya que dispondrán de un margen de maniobra infinitamente mayor. Será una dinámica similar a cómo compiten las compañías de telefonía móvil con sus planes de precios para captar clientes. El Gobierno debería favorecer una liberalización real y completa, en la que sea el propio mercado quien regule los precios y la libre competencia quien coloque a cada cual en su lugar. Sería más beneficioso para todos.