E n todos los mentideros políticos se esperaba la publicación de tres o cuatro escándalos más con tintes urbanísticos y corruptelas al estilo Marbella, sobre todo antes de las elecciones municipales de dentro de un año. Lo que no se esperaba nadie es que la inversión en sellos se fuera a convertir en un drama para miles de familias españolas. Si el lanzamiento de algo así ante la opinión pública tuviera la más mínima inspiración política, para salpicar a éste o aquel simpatizante, afiliado o ex alto cargo de cierto partido, sería realmente lamentable. Qué interesante sería saber cuántos diputados y senadores tenían inversiones en sellos y de qué partidos son.La inspección de Hacienda hizo saltar las alarmas y la investigación de la Fiscalía, auxiliada por la Agencia Tributaria, dio como resultado la intervención, a sabiendas de que será complicado demostrar que hubo estafa. Todo apunta a que las irregularidades pueden ser más graves: blanqueo de dinero, evasión de capitales, más cuentas en Suiza, etc. Pero, ¿alguien pensó si no era mejor regularizar la situación de acuerdo con las empresas, sin cargarse de una patada en la puerta los ahorros de tantas vidas? ¿Es que no se podía? ¿Es que Hacienda no ha llegado nunca a acuerdos así con empresas? Las incógnitas son muchas y las respuestas pocas. Los datos farragosos y las argumentaciones jurídicas, cuando menos, cuestionables. Y la jurisprudencia dice que, si invertiste tu dinero para ganar más, pero no te salió bien, el problema es tuyo. La gente sufre, y no tiene la culpa de nada. Sólo de confiar su dinero a un negocio que nadie calificó nunca como ilegal, y al que tampoco nadie intentó legalizar.Quien la hizo, que la pague. Pero que quede muy claro cómo la hizo y por qué lo antes posible, para que todos los que llevan días sin dormir por haber perdido sus pingües ahorros no crean, para más saña, que ha sido por no se qué intereses políticos rastreros y baratos.