Por una vez coincido con un político, que ha soltado una frase sensata y comedida: que se vayan todos. Bueno, igual todos, todos, no, por eso de no dejar vacíos de golpe Congreso, Gobierno, empresas y organismos independientes, pero unas cuantas dimisiones, pienso, tampoco vendrían mal. Para realizar esa catarsis general, que diría Manuel Conthe, se ponen a los candidatos en fila y se les lee los motivos de la retirada de confianza. Por ejemplo: Francisco Granados, por despistado. Que las cajas, en teoría, no reciben mandatos de políticos, sino de sus clientes; Pedro Solbes, por escaqueitor. Es vicepresidente y ministro, pero todas las decisiones polémicas del Ejecutivo sobre materia económica siempre vienen de los otros, no tan fantasmales como en la película de Amenabar, pero casi; Miguel Blesa, por no saber geografía. No se puede ser presidente de una gran caja de ahorros, manejar al dedillo el término equity swap y, sin embargo, pensar que E.ON es española, y no alemana; José Luis Rodríguez Zapatero, por ausente. Si ha tenido ya dos tardes nos gustaría saber qué piensa de la crisis de la CNMV. Si no las ha tenido, esperamos otras 48 horas; y ya puestos, Sonsoles Espinosa, por dar el cante. Su fama de discreta segunda dama no encaja con formar parte de un coro en el parisino teatro Châtelet; Gallardón, que le tengo unas ganas..., por sus obras interminables. Antes de las elecciones se terminan túneles y radiales, pero no me fío y volverá con más proyectos de remodelación; Pere Esteve, con puntuación alta. Que las cuentas en la carretera no salen porque se fijan en los puntos del carné y no en los baches; Joan Clos, porque sí. Un ministro puede competir, pero no ganar, en aciertos a la pitonisa Lola. Hay más nombres en la lista, pero me paro. A Conthe, el presidente de la CNMV, lo dejaba en su puesto, como castigo, por darse cuenta a estas alturas de que no está en un organismo independiente, y por el lío que ha armado. Y cuando comparezca en el Congreso, aunque yo creo que va a ser que no, que pida como yo las dimisiones que le dé la gana y luego que se dé la vuelta a la CNMV, a coger todos los trocitos en que ha quedado reducida tras su órdago.