Más de 17 millones de españoles acudirán entre mayo y julio a rendir cuentas ante la Agencia Tributaria. Ha cambiado mucho la agilidad con la que se despliegan las oficinas tributarias y los avances que la Hacienda española ha tenido en la atención telemática de las declaraciones. Pero éste no es un año cualquiera para declarar. Es el último en el que se va aplicar el actual modelo de IRPF con cinco tramos y tarifas del 15 al 45 por ciento. Desde el pasado mes de enero, el Impuesto sobre la Renta reformado responde a un sistema distinto, con menos tramos y tarifas supuestamente menores, que cambiará la situación cuando en mayo del año que viene haya que hacer la declaración. Ese hecho provoca una comparación inevitable entre un sistema y otro. Cuando este año se vaya a hacer la declaración, se debe pensar en cómo será la del que viene, para adaptarse lo mejor posible a un cambio de modelo que puede dar más de una sorpresa. Las rentas bajas parece que lo van a tener más fácil (habrá más gente que no tiene que declarar), pero no está claro que la rebaja prometida sea útil para las rentas más altas, sobre todo si la subida del coste de la vida cada año se come el margen de rebaja que se puede dar en este tributo. Lo que sí habrá que mirar con lupa y comparar entre un año y otro será la tributación del ahorro. El tipo único del 18 por ciento es un gran cambio para dentro de un año. La declaración de 2006 es una buena oportunidad para estudiar las mejores opciones del próximo año. Simplificar al máximo el mal trago de pagar impuestos es el mejor servicio que la Agencia Tributaria puede ofrecer a los ciudadanos. Y a ello no ayudan nada las más de cien deducciones autonómicas propias que existen, sin un impacto monetario relevante y que sólo complican la declaración.