Las promesas para la carrera electoral de las municipales de mayo ya está en marcha, y las actuaciones sobre el sector inmobiliario son la estrella. Por un lado, porque las principales medidas que se ponen en marcha en los planes de los principales partidos (rebaja del IBI, control de la especulación del suelo, ayudas al alquiler, etc.) son de ese ámbito y muy vendibles para el votante medio bajo agobiado por el coste de su vivienda. Y por otro lado, por los escándalos urbanísticos que una y otra parte van destapando, a modo de ránking para saber quién tiene más o menos ediles corruptos o sospechosos de serlo.Lo que hace falta es un poco de sensatez a la hora de creerse las promesas de unos políticos que no siempre dicen todo lo que saben. Rebajar el IBI está muy bien, pero es un tributo que supone la tercera parte de los ingresos de cualquier ayuntamiento, es decir, su principal fuente de ingresos. De unos ayuntamientos que no dejan de quejarse de falta de recursos y que han tenido que acudir a especular con la recalificación de suelo para financiarse. ¿No sería mejor solventar el tema de los intermediarios sobre el suelo, que prometer un rebaja del IBI más que discutible? Aunque eso pertenezca a la definición de un nuevo modelo de financiación local, que mantiene en eterno desacuerdo a comunidades y ayuntamientos. Eso sí sería coger el toro por los cuernos, y no prometer sobre el papel algo que luego ya veremos hasta donde se cumple.Algo parecido pasa con los alquileres. Ayudas autonómicas y hasta locales, pero sin saber de qué fondos saldrá y tan limitada que es como si te tocara la lotería. El problema grave es la falta de oferta y la carestía de los precios. Y no hay oferta porque da miedo alquilar un piso a alguien si no se puede recuperar luego de una forma tan fácil como se alquiló. ¿No sería mejor dar más garantías jurídicas de que su propiedad se mantendrá intacta a quienes pueden alquilar pisos, que parchear con ayudas el problema? Otro toro que da miedo a los políticos.