Yo no tengo nada que ver con eso!", "¡ahora nos llevamos bien! El diálogo social está encaminado y puede tener resultados en un mes". "Se trata de un asunto privado en el que el Gobierno no tiene nada que decir", con estas palabras exculpatorias, Zapatero intentó lavarse las manos, después del serio enfrentamiento que tuvo con el presidente de los empresarios, Gerardo Díaz Ferrán, a cuenta del diálogo social. Díaz Ferrán lo está pasando mal. Su aerolínea, Air Comet, dejó de volar el pasado martes por culpa de un juez británico que ordenó el embargo de varios aviones. La historia se veía venir. Por eso, el presidente de los empresarios aceleró las negociaciones para la venta de la aerolínea al grupo holandés Arnold Leonora. La compañía debía desembolsar el primer pago el viernes pasado. Pero falló. Díaz Ferrán y su socio, Gonzalo Pascual, confiaban aún en que el abono se produjera "en los días siguientes". La decisión del juez británico hizo añicos el sueño de los dos empresarios. Desde luego que no se debe culpar de los problemas de Díaz Ferrán y de su socio al presidente del Gobierno, aunque tampoco se le puede exculpar completamente, como veremos. El presidente de los empresarios se metió él mismo en la boca del lobo. Ferrán y Pascual vendieron su participación en Spanair poco antes de que ésta entrara en barrena y luego fuera traspasada a sus actuales dueños, un consorcio semipúblico catalán. Poco después tuvieron que deshacerse de Aerolíneas Argentinas, debido a la negativa de Cristina Fernández de Kirchner a subir las tarifas, lo que ahogó la marcha del negocio. Ferrán pensó que ya tenía bastante con el negocio de la aviación. Pero Pascual le convenció para seguir adelante. Los dos empresarios habían reunido más de 400 millones gracias a la venta de los cruceros de Pullmantur a Royal Caribbean en septiembre de 2006. Corrían tiempos de vino y rosas, con magníficos crecimientos en el pasaje de las rutas con América Latina, que deberían ayuda a consolidar la nueva y flamante Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, recién inaugurada. "Si pudimos levantar Aerolíneas, por qué no íbamos a hacer lo mismo con Air Comet", debieron de pensar. Todo siguió una lógica que saltó por los aires, como en tantos otros casos, después de que Lehman Brothers entrara en barrena el 14 de septiembre del año pasado. Desde entonces, nada es igual. Los tráficos con cualquier destino del mundo se han hundido. Air Comet se había embarcado en la adquisición de una flota de más de 60 aviones, que debía ir pagando de manera religiosa. El endeudamiento de la compañía, de alrededor de cien millones, ha sido el remate final, que ha impedido su supervivencia. ¿Y qué pinta en esto Zapatero? Después de la bronca de Moncloa, el diario Público, afín al Gobierno, empezó a airear un día sí y otro también los problemas de Díaz Ferrán. Es sabido que el propio Zapatero intentó que el presidente del Consejo Superior de Cámaras, Javier Gómez Navarro, sustituyera al de la CEOE en la negociación con los sindicatos. Las consecuencias de toda esta monumental bronca fueron perniciosas. Los bancos cerraron totalmente las puertas de refinanciación de los créditos. Si antes tenían dificultades, a partir de ese momento fue imposible, señala una fuente cercana a ambos. Díaz Ferrán se afanó, quizá por eso, en recomponer la relación con el Gobierno. El presidente se fotografió cariñosamente con él durante el acto de presentación de la Ley de Economía Sostenible. La reconciliación, aunque fuera simbólica, llegó demasiado tarde. El daño estaba hecho ya. Juzguen ustedes. Zapatero está obsesionado con el diálogo social para hacerse la foto con los empresarios en enero, y Díaz Ferrán podría ser un obstáculo para ello. El presidente del Gobierno se equivoca una vez más. Con su reforma laboral va a arreglar poco, el problema está en el crecimiento excesivo del déficit, que puede reducir la solvencia de la deuda. Si no, que pregunte a Emilio Botín o Francisco González, los presidentes de los grandes bancos.