El campo español, de forma masiva, ha secundado la mayor movilización agraria de los últimos años en España para protestar por la gravísima situación que atraviesa el sector y, no menos importante, por la falta de atención que recibe este sector estratégico por parte de las Administraciones. Estas movilizaciones agrarias han tenido una acogida impresionante por parte de la sociedad y de la opinión pública que mayoritariamente se ha unido a nuestra queja y ha mostrado su simpatía, comprensión y solidaridad con el campo español. Vaya por delante nuestro más sincero agradecimiento. No hay duda: el campo, hoy, es una ruina. Todos los sectores están en crisis, desde el lácteo hasta el cerealista pasando por el vino, frutas y hortalizas, ovino, porcino… Su origen se encuentra en unos precios de nuestros productos hundidos y unos costes de producción disparados. En los últimos cinco años (2003-2008), los datos oficiales de la evolución de la renta agraria real total nos muestran un descenso del 26 por ciento, lo que, sumado a una pérdida de 124.000 empleos, según la EPA, pone de manifiesto la trágica situación del sector, que se va desangrando poco a poco. En dicho periodo, según el último informe de renta agraria publicado por el MARM, se ha producido un incremento espectacular de los costes de la producción agraria ( un 34,3 por ciento), los cuales representan ya un 86 por ciento de la renta agraria final. El descenso de precios en origen es cada vez más generalizado y acuciante. El propio Ministerio reconoce caídas de precios anuales que van desde un 25 por ciento en leche o cereales, hasta un 60 por ciento en algunos cítricos como el limón. Las patatas o el melón han bajado su precio a la mitad en un año. Y, lamentablemente, el ama de casa no ve reflejada esta caída de precio en un abaratamiento de su cesta de la compra. La gran distribución presiona los precios a la baja, poniendo a los productores, el eslabón más frágil de esta cadena, en una insoportable situación, con precios que ni tan siquiera cubren costes de producción, incluso en algunos casos, ni siquiera de recolección. Hace muy poco hemos tenido noticias sobre las montañas de brócoli que se daban como pienso a las vacas en Navarra al no tener este producto precio en el mercado. Ésta es la lamentable realidad que vive el campo español, desde el pepino de Almería a la leche en Galicia. Desde la unidad del sector, organizaciones agrarias y cooperativas, reclamamos un verdadero pacto de Estado en el que se impliquen cuantos ministerios sea preciso para arbitrar las medidas necesarias que den un giro de 180 grados a la actual situación. Es absolutamente necesario que el Gobierno tome conciencia del carácter estratégico de este sector y, al igual que otros muchos países avanzados, apueste por su viabilidad, dotándole de las condiciones necesarias para garantizar la rentabilidad de las explotaciones, la modernización de sus estructuras, la vuelta de activos al campo, y la recompensa por el trabajo bien hecho. Ésta debe ser también una de las prioridades del Gobierno de cara a la presidencia española de la UE, con el fin de garantizar la pervivencia de un pilar básico de la construcción europea, como es la PAC, ante los ataques de aquellos que pretenden su renacionalización o desmantelamiento.