En 2007, cuando estalló la crisis financiera, España se situó en todas las quinielas de las economías que más se verían afectadas por la crisis. Dificultades para poder financiar un elevado déficit por cuenta corriente, frenazo del boom residencial, quiebras bancarias por elevada exposición de nuestro sistema bancario al ladrillo, mal comportamiento de nuestras exportaciones, que habían perdido mucha competitividad por el bajo crecimiento de la productividad y la incapacidad para devaluar. Sin duda, la crisis ha afectado severamente a España; sin embargo, los pronósticos no se han cumplido. Tras haber convergido 20 puntos de renta por habitante con nuestros socios de la Eurozona en la fase expansiva, durante la recesión nuestro Producto Interior Bruto ha caído menos que el suyo y no hemos perdido convergencia. El ajuste residencial ha sido brusco, pero nuestro sistema bancario ha demostrado ser el más resistente de los países desarrollados. Nuestras exportaciones han caído menos que el comercio mundial y que las de la Eurozona desde el pasado verano y se han recuperado antes. Por lo tanto, hemos ganado cuota de mercado internacional como ha reconocido el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en su última comparecencia en el Congreso de los Diputados. ¿Qué ha sucedido para que los economistas se equivoquen tanto con la economía española? De nuevo, como sucedió en la crisis del 92, nuestra productividad ha sido anticíclica y crece exponencialmente en las recesiones. En 2009, nuestra renta por habitante superará el promedio de la UE-27 y nuestra productividad por hora trabajada también, haciendo permanente el proceso de convergencia del anterior ciclo. Ahora las dudas son sobre el próximo ciclo y, al igual que en 1994, nos aterra una tasa de paro próxima al 20 por ciento y un elevado déficit público. El ajuste residencial sigue lastrando la recuperación y tiene una contribución negativa próxima al 1 por ciento anualizada en el PIB. Las exportaciones crecen desde marzo y la contribución del sector exterior es positiva y compensa el lastre de la vivienda. Tras un aumento insólito del ahorro, las ventas de coches, las pernoctaciones hoteleras de españoles en verano y el consumo de servicios dan señal de recuperación. Ya conocemos datos de afiliaciones a la Seguridad Social de septiembre, y España destruyó empleo con menor intensidad que Estados Unidos. Sin embargo, el consenso espera un crecimiento del PIB en EEUU próximo al 3 por ciento en 2010 y una contracción de España próxima al 1 por ciento. Teniendo en cuenta que la situación cíclica en septiembre era similar, parece demasiada diferencia ¿no creen? En el tercer trimestre, el empleo se ha contraído apenas tres décimas y la caída de la tasa trimestral del PIB estará próxima a cero y esperamos un crecimiento ligeramente positivo en el actual trimestre, lo cual supondría que ya hemos salido de la recesión. Que hayamos vencido a la recesión no significa que tengamos que ser conformistas. Se habla demasiado de la reforma del mercado de trabajo, pero España se la juega en la trasposición de la directiva de servicios. Desde 1959, siempre que a nuestro pura sangre se le han liberalizado sectores y eliminado barreras para la actividad empresarial ha enganchado un ciclo largo expansivo de crecimiento. Este tipo de crisis dejan profundas cicatrices que cuesta cerrar y las perspectivas para el próximo año no pueden ser optimistas, pero los datos no justifican el elevado pesimismo. Y, cómo diría el filósofo, "las ideas son libres, pero los hechos son únicos".