L a Real Academia Española (RAE) de la lengua define el concepto fusión desde tres planteamientos: la acción de fundirse; la unión de intereses, ideas o partidos; y la integración de varias empresas en una sola entidad.Si seguimos por la vía de los planteamientos triples, nos encontramos con un más que difícil encaje de bolillos para trenzar en uno sólo el futuro de las tres cajas vascas: BBK, Kutxa y Vital. Apelar a este trío suele ser sinónimo de polémica desde principios de los años noventa en que se planteó por primera vez su fusión. Es una historia cíclica, que en 2007 ya ha resurgido. Por delante tenemos cuatro meses de críticas y cruces de declaraciones. Proceso que culminará en verano, en que se comprobará si la partida termina en tablas o culmina en triunvirato. Todo depende de los comicios que determinarán los gobiernos de los Ayuntamientos y de las Diputaciones que, de hecho, controlan las asambleas de las cajas. Una cosa son los argumentos económicos que sustentan la racionalidad de la fusión y, otra, la constatación de que se trata de un debate político. Si no fuera así, el compromiso de matrimonio alcanzado por los tres presidentes de las cajas en verano de 2005 no hubiera fracasado.Y si hay algo inevitable en periodo "pre" y "electoral" es el cruce de descalificaciones entre los partidos. Comienza la confusión. PNV y PP tienen muy claras sus prioridades, el primero busca la fusión y el segundo la rechaza. La pelota está en el tejado Socialista, que lucha por mantener la ambigüedad y no descubrir sus cartas.Si volvemos a la Real Academia en busca de alternativas nos topamos con que el prefijo "tras", que se podría adherir a la terminación "fusión", pero no en el sentido más lógico de la acepción, sino con una intención más constructiva, en el que signifique "comunicar algo entre diversas personas sucesivamente". Puede que esté ahí el quid de la cuestión, en saber comunicar realmente los pros y los contras de la fusión.