L os principios económicos más elementales recalcan que los empresarios necesitan marcos estables y predecibles en los que desarrollar su actividad, ya que dicha actividad en sí misma ya tiene suficientes dificultades en el mercado para tener que hacer frente a otro tipo de interferencias. Definir esos marcos estables y predecibles es labor de las Instituciones, que tienen la responsabilidad de regular en beneficio del conjunto de la sociedad y evitar perjudicar a nadie innecesariamente. Esto es la teoría, pero la realidad supera a la ficción. Que se lo digan a una empresa que tenga su sede fiscal en el País Vasco. Los sobresaltos son algo a lo que deben estar ya acostumbradas. Llevan dos años sin poder planificar su estrategia fiscal y todavía hay demasiadas incógnitas. El via crucis de incertidumbre comenzó en diciembre de 2004, con la sentencia del Supremo que anuló el tipo del impuesto, y se mantiene hasta la fecha.Ayer las Diputaciones de Vizcaya y Guipúzcoa aprobaron, por la escuadra, una reforma impositiva de "mínimos", en la que el tipo general se reduce al 28 por ciento y el de las pymes al 24. Álava está en desacuerdo con esta rebaja, propugna algo más parecido al texto de Solbes, pero en pro de la coordinación tributaria hará lo propio en las próximas horas. Pero la incertidumbre continúa. La reforma aún es un Proyecto que necesita de apoyos parlamentarios para su ratificación. Por el momento sólo convence a PP y PNV, pero para salir adelante necesita que EA y PSE, que por ahora se oponen al texto aprobado, no lo veten. Y a estos acuerdos deben llegar a las puertas de una campaña electoral.Esta situación no es apta para cardiacos, ni tampoco proporciona un escenario de tranquilidad para la actividad empresarial. En menos de dos meses cuatro partidos políticos, de ideologías dispares, deben acordar una reforma que las Diputaciones no han sido capaces de cerrar en un año.