El ex vicepresidente de Inditex, José María Castellano, es uno de los hombres más admirados del panorama empresarial español y el nombre de moda entre las firmas de cazatalentos para renovar los organigramas o los consejos de administración de las grandes empresas. En noviembre pasado, se permitió el lujo de decir que no al director general de La Caixa, Isidro Fainé, quien le ofreció ser consejero delegado de Telefónica, y hace unos días ha dado calabazas a Esther Koplowitz, presidenta de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC).Koplowitz y su marido, Fernando Falcó, Marqués de Cubas, tentaron hace unos meses a Castellano con la presidencia del grupo FCC, después de que la propia Koplowitz descartara asumir personalmente el cargo. El ex directivo de Inditex aceptó, con la condición de asumir antes la presidencia de Portland Valderribas, como paso previo.La decisión se dio de bruces con la realidad. Rafael Montes, consejero delegado de FCC, que había accedido el año pasado a su puesto de primer ejecutivo, exigió que se respetasen sus poderes. Era evidente que Castellano llegaba para mandar, para ejecutar el ambicioso plan de expansión por más de 4.000 millones de euros, por encima del criterio del consejero delegado.En la elección de Castellano, había un elemento más de fricción. Falcó, que había querido presidir FCC, aunque al final perdió la partida porque Esther Koplowitz cedió a la presión de las hijas, cortaba las alas a quien le había arrebatado el poder.Montes es un directivo de la casa, que desarrolla un buen trabajo, muy respetado en el sector, y ligado al grupo Construcciones y Contratas desde sus orígenes. No era, además, la primera vez que daba la espantada. En la fiebre de las puntocom, cuando Vivendi quiso reconvertir FCC, una empresa constructora de toda la vida, en "vedette" de Internet, Montes se fue a pilotar la Operación Chamartínellano.