El Gobierno revisó ayer el cuadro macroeconómico para peor: espera que la crisis dure hasta 2011 y que el paro llegue al 18,9 por ciento. No es de extrañar. Coincide con el día en que se conoció la evolución de los costes laborales, que han crecido un 4,8 por ciento en un año. Esta tendencia no es coherente ni sostenible en la actual coyuntura económica. Y eso con un escenario en el que el IPC sigue en tasas negativas, por lo que los aumentos en el salario real resultan todavía mayores. Si las empresas producen menos y a mayor coste mientras sus ventas caen, terminarán por perder todos sus márgenes de beneficio... o por recortar costes, y en muchos casos plantilla, para evitar el cierre. Se trata de un dato paradójico que refleja la rigidez del mercado laboral español, en el que no se ajustan los salarios a la mala situación. Y esta realidad se traduce en mayores despidos.