¿Qué es un etarra? Un gandul con capucha a punto de quedarse sin trabajo. En el sur, donde la sabiduría popular desprecia a quien no aprecia la vida, el optimismo -moderado cuando se trata de la mafia etarra- siempre acaba por abrirse paso. "Aunque muera matando, a ETA -decía el viernes un periodista malagueño- le quedan dos telediarios. Pero no me gustaría estar en el pellejo de ningún empresario vasco".Nada es igual en Euskadi desde el 30-D. Ni en ninguna otra parte de España. Una fecha fatídica que envolvió en ataúdes de cinc el futuro de dos chavales ecuatorianos. emponzoñó aún más las posturas entre los partidos y devolvió la omertá al País Vasco tras el espejismo iluso de la tregua. Desde hace poco más de una semana, miles de empresarios y políticos vascos han vuelto a rebajar el tono de voz y de esperanza; a mirar los bajos del coche; a atisbar, bajo la férrea sombra de un escolta, al joven (quizá un gandul, es decir, un etarra) apostado en la esquina de su casa; a interiorizar sin que se note el hastío y el cansancio que genera tener que volver a empezar a rezar el catecismo integrista que impera desde hace 25 años en Euskadi.Cinco lustros en los que miles de empresarios del País Vasco se han dejado la piel (algunos la vida) pagando de su bolsillo el derecho a la prosperidad. El hartazgo de las pymes, nada afectadas por el permanente síndrome de Estocolmo que padece gran parte de la sociedad vasca, debería hacer reflexionar a un Gobierno aquejado de cierta candidez cuando de ETA se trata, a una oposición tan radicalizada que no deja hueco para el apoyo y a una parte de la sociedad vasca que, mientras en remotas aldeas de Ecuador se entierra a nuestros muertos, mira y calla.Sin unidad, coherencia y firmeza ante salvajadas como la del 30-D, jamás se acabará con la mafia trasnochada de ETA. Con síndrome de Estocolmo o mirando para otra parte, tampoco. Pásalo.