Entramos en la recta final de año con la bolsa en ebullición. Sobre todo, la española, porque el resto de europeas ha recorrido menos camino: uno de cada tres valores del índice EuroStoxx 50 -que recoge una selección de los títulos más importantes- ofrece una rentabilidad por dividendo superior a la de la Letra del Estado, que anda por el 3,6 por ciento. Si no se está ya en la bolsa y se quiere entrar, la situación no es la ideal. Habría que seleccionar con detenimiento y prudencia dónde invertir. Con frecuencia se comete el error (1º) de entrar de cualquier manera a última hora, justo cuando los grandes inversores institucionales recogen beneficios y empapelan con sus acciones al pequeño inversor imprudente. ¿Le queda recorrido a la bolsa? Difícil anticiparlo. Pero aquí también hay que evitar otro error (2º) tradicional, que es limitar las ganancias o -peor- dejar correr las pérdidas, pensando que todo volverá a su lugar de origen tarde o temprano. Lo correcto es lo contrario: si usted ha logrado coger la ola buena y tiene un buen colchón de ganancias, puede permitirse seguir más tiempo para redondear el resultado hasta conocer a mediados de diciembre las previsiones de los analistas para 2007. Si le da miedo perder lo ganado, márquese la cifra de lo que está dispuesto a arriesgar y sálgase en cuanto se cumpla. Aunque los gestores de fondos suelen acabar su ejercicio antes de diciembre, hay motivos para que la bolsa siga dando alegrías. La ley de opas entra en vigor el año que viene y quizá haya algún movimiento corporativo de última hora. La economía mundial está que se sale. Los riesgos parecen controlados, ya que los tipos de interés en Europa y Estados Unidos van según las previsiones, y el petróleo sigue controlado. Y, además, hay liquidez. Por tanto, es posible un buen final de año. Se lo crea usted o no, no cometa otro error (3º): ser arbitrario y, o no marcarse una estrategia de inversión, o decidirla pero no cumplirla. En todo caso, suerte y que disfrute.