El turismo es el blanco de los ataques de la facción de Podemos en el Gobierno. Abrió el fuego Yolanda Díaz con las desafortunadas palabras en las que despreciaba el impulso que puede propinar la demanda nacional de viajes e instaba a dar por perdida la temporada veraniega. De nada sirvió la inevitable rectificación de la ministra, después de que Pablo Iglesias llegara más lejos y animara a ver el turismo como un sector que debe relegarse a un puesto secundario en la futura recuperación. No puede ser casual un ataque tan frontal a la actividad que representa el 12,5% del PIB. Todo apunta a una estrategia deliberada de Podemos, que ve en una crisis económica, aún más grave que la ya planteada, una oportunidad para sus intereses ideológicos.