Las prestaciones de los nuevos jubilados son un 30 por ciento más altas que la media actual. Es una evolución coherente con el alza que los sueldos experimentaron en las últimas décadas y actuará con más fuerza a medida que se jubilen las generaciones del baby boom. Este factor implica una mayor presión en la Seguridad Social, cuyo déficit ascenderá a 18.000 millones al cierre del presente ejercicio. En un contexto así, supondrá un esfuerzo aún más intenso continuar con la revalorización de las pensiones respecto al IPC, una fórmula que se busca recuperar también para 2020. Con la deuda pública en máximos históricos, resulta ya ineludible abordar medidas que limiten el gasto del sistema público de pensiones, para preservar sus sostenibilidad.