Nutrición e innovación
¿Comer insectos? Es sano, barato y ecológico
- Proporcionan proteínas de alta calidad en comparación con la carne y el pescado
- No se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides derivados de su consumo, según la FAO
- Necesitan menos agua y dependen menos de la tierra que la ganadería convencional
Juan Ignacio Álvarez
En pleno debate sobre la conveniencia de reducir el consumo de carne en favor de la proteína vegetal o plant based (el 13% de los españoles son veganos), aparece un tercer competidor: los insectos.
El consumo de esta proteína accesible, saludable y sostenible podría ayudar a paliar el hambre si tenemos en cuenta que en 2030 habrá que alimentar a 9.000 millones de personas, según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Este organismo refiere que el consumo de insectos o entomofagia se practica en muchos países de todo el mundo, principalmente en regiones de Asia, África y América Latina. En total, la ingesta de insectos complementa la dieta de 2.000 millones de personas. Sin embargo, hasta hace poco la entomofagia no había captado la atención de los medios, las instituciones de investigación, los chefs o la industria alimentaria.
La presión demográfica, la urbanización y el crecimiento de la clase media en los países en vías de desarrollo han aumentado la demanda de alimentos, especialmente de las fuentes de proteína de origen animal. Asimismo, la producción tradicional de piensos animales, como las harinas de pescado o la soja, debe intensificarse aún más en términos de eficiencia de recursos y ampliarse mediante el uso de fuentes alternativas. Igualmente, factores externos como la contaminación del suelo y del agua por la ganadería intensiva y el sobrepastoreo están provocando la degradación de los bosques, lo que, sostiene la FAO, contribuye a la degradación de los bosques.
Pero, ¿por qué debemos comer insectos? según la FAO, el uso de insectos como alimento y para la fabricación de pienso comporta un buen número de beneficios relacionados con la sostenibilidad, la salud y el medio de vida. En cuanto a sus ventajas ambientales, hay que reseñar que los insectos son muy eficientes en la conversión de alimentos por ser especies de sangre fría. Por término medio, los insectos pueden convertir 2 kilos de alimento en 1 kilo de masa de insecto, mientras que el ganado requiere 8 kilos de alimento para producir 1 kilo de aumento de peso corporal. Además, los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más de gases de efecto invernadero por kilogramo de peso.
Continuando con el medio ambiente, la organización para alimentación y la agricultura recuerda que los insectos pueden alimentarse de residuos biológicos, como desechos alimentarios o de origen humano, abono y estiércol, y son capaces de transformar estos residuos en proteínas de alta calidad, que a su vez pueden utilizarse como piensos. Los insectos, además, necesitan mucha menos agua que el ganado tradicional. Los gusanos de harina, por ejemplo, son más resistentes a las sequías que el ganado, y la cría de insectos depende menos de la tierra que la actividad ganadera convencional.
Nutrientes de calidad
En cuanto a los beneficios para la salud que comporta el consumo de insectos, hay que señalar que estos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado. También son especialmente importantes como complemento alimenticio para los niños desnutridos, porque la mayor parte de las especies más habituales contienen niveles elevados de ácidos grasos comparables con el pescado. También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, selenio y zinc. Los insectos plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (aquellas que pasan de los animales a los humanos), caso de la gripe aviar o la enfermedad de las 'vacas locas'.
La cría y recolección de insectos impulsa importantes estrategias de diversificación de los medios de vida. Pueden recogerse directamente del entorno de manera sencilla y apenas se necesitan medios técnicos o inversiones importantes para adquirir equipos básicos de cría y recolección. En este sentido, la FAO considera que los medios más pobres de la sociedad, como las personas sin tierra de las zonas urbanas o rurales, pueden recoger insectos directamente del medio, cultivarlos, procesarlos y venderlos. Estas actividades conllevan una mejora directa de la dieta y aportan unos ingresos derivados de la venta del exceso de producción, como alimentos de venta callejera. Así, la recolección y la cría de insectos pueden generar oportunidades empresariales en las economías desarrolladas, en fase de transición y en desarrollo. Otra ventaja de estos invertebrados es que se pueden procesar para servir como alimento humano y animal con relativa facilidad. De hecho, algunas especies pueden consumirse enteras. También pueden convertirse en pasta o molerse para hacer harina, o bien extraer directamente sus proteínas.
La FAO advierte de un error muy común que se comete al considerar los insectos como un alimento que solo se consume en periodos de hambre. Por el contrario, en la mayoría de los casos en los que forman parte de la dieta local básica, se consumen debido a su sabor y no porque no haya otras fuentes de alimentos disponibles. Ciertas especies, como la oruga de la mariposa emperador en África del Sur y los huevos de hormiga tejedora, en el sureste de Asia, alcanzan precios elevados y se consideran un manjar exquisito.
¿Es peligrosa la entomofagia?
La FAO asegura que no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos derivados del consumo de insectos, siempre que estos hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento.
No obstante, pueden producirse alergias similares a las de otros invertebrados, caso de los crustáceos. En comparación con los mamíferos y las aves, los insectos pueden plantear un riesgo menor de transmisión de infecciones zoonóticas a los humanos, el ganado y la fauna, aunque en este apartado las investigaciones son incipientes.
Actualmente, la cría de insectos se lleva a cabo a pequeña escala, en granjas familiares destinada a mercados específicos. Sin embargo, si en el futuro y en ciertos países, caso de los occidentales, se supera la aprensión del consumidor a alimentarse de ellos, habrá que generalizar su producción para satisfacer la demanda. En este sentido, ya se está investigando para desarrollar y automatizar tecnologías de procesamiento de cría, cosecha y postcosecha, que resulten rentables desde el punto de vista energético y seguras con respecto a los microbios, así como en procedimientos sanitarios para garantizar la idoneidad de los alimentos y piensos y elaborar productos derivados de los insectos que sean seguros y puedan adquirirse a un precio razonable a escala industrial, especialmente en comparación con los productos cárnicos".
Tenebrio Molitor
Una empresa española, Tebrio, es pionera a nivel mundial en la cría industrial del insecto Tenebrio Molitor y su transformación en ingredientes para alimentación animal, nutrición vegetal y otros usos bio-industriales. "El Tenebrio Molitor es un coleóptero considerado plaga secundaria, que inicialmente se podía encontrar en graneros y sacas de harina. Por eso, se le conoce comúnmente como el gusano de la harina. No obstante, a día de hoy, debido a los controles de producto que se hacen, es muy poco probable encontrarlos", explica Adriana Casillas, consejera delegada de Tebrio.
Para Casillas, "mientras unos entienden los insectos como algo que hay que eliminar, en Tebrio los consideramos una gran oportunidad para hacer frente al déficit alimentario, que ya en el año 2035 será de más de 200 millones de toneladas de proteína de origen animal". Por este motivo, precisa, "hemos desarrollado tecnología patentada en más de 150 países para criar industrialmente este insecto y también transformarlo en productos como proteína, lípidos y biofertilizantes".
La consejera delegada de Tebrio señala que "a corto plazo nuestra estrategia no se centra en la alimentación humana, pero por supuesto es algo muy interesante a medio plazo, cuando la legislación lo permita. No descartamos poder operar en el mercado con otras especies de insectos en el futuro". Cree que el mercado de los insectos destinado al consumo de personas se ha abierto muy recientemente, "por lo que aún tenemos que esperar para entender su comportamiento". Y puntualiza: "El papel cultural va a jugar un papel muy importante. Por ejemplo, al igual que los insectos se llevan consumiendo centenares de años en Asia y Latinoamérica, en Europa han sido considerados una plaga que había que exterminar". Casillas añade que "ahora comenzamos a tener necesidad de utilizar este tipo de alimentos, pero creo que la forma más razonable de hacerlo es introduciéndolos en otros alimentos, como pueden ser snacks, pastas o hamburguesas como un ingrediente más". Casillas considera que "el consumidor español y europeo no está preparados para ver un animal con antenas o seis patas e ingerirlo. Es España su consumo es anecdótico".
La directiva adelanta que están construyendo el mayor centro de producción de Tenebrio Molitor, "con una extensión productiva de 80.000 metros cuadrados, que nos permitirá poner en el mercado unas 100.000 toneladas de estos productos al año. Se encuentra en Salamanca, uno de las provincias con mayor despoblación durante los tres últimos años". Así, pone en valor lo que los insectos en general y su empresa en particular pueden hacer en favor de la España vaciada o del empleo joven en las zonas rurales de nuestro país.