El principal reto para el Tesoro llega el 30 de julio con el vencimiento de 16.000 millones de eurosEl diferencial con el bono alemán amenaza con llegar a su máximo anual y se sitúa en 158 puntosmadrid. No tiene que viajar al país galo para sufrir las cuestas empinadas de los dos puertos más representativos del Tour de Francia: el Alpe d'Huez, en Los Alpes, y el Tourmalet, situado en los Pirineos. Después de todo, el Tesoro español se enfrenta a su particular versión de la legendaria ronda gala, en la que no sólo tendrá que convencer a un mercado cada vez más desconfiado, sino que deberá conseguir la financiación necesaria para hacer frente a los próximos vencimientos de deuda. El recorrido se iniciará el 18 de junio, cuando la entidad emisora deberá devolver más de 8.000 millones de euros. Pero el verdadero reto llegará el 30 de julio, cuando la suma a pagar superará los 16.000 millones de euros. El acumulado hasta el final del Tour (se celebra las tres primeras semanas de julio) será de un total de casi 24.000 millones de euros. Deudas que deberá refinanciar bajo un cielo que amenaza tormenta. El Gobierno conoció con un día de adelanto el recorte de rating de Fitch. Esto permitió que al final la agencia de calificación lo comunicase el viernes al cierre del mercado, con lo que no repercutió en la jornada. Además, ayer los parqués de Estados Unidos y Reino Unido no abrían por festividad, lo que también limitó la repercusión del recorte de la nota. En la sesión, el Ibex 35 recortó un 0,7 por ciento, hasta terminar la jornada del lunes en los 9.359,4 puntos. Termómetros de la renta fija Los seguros contra impago (CDS) de España y la evolución del diferencial con el bono alemán no dejan de preocupar. Por un lado, los inversores interesados en la deuda pública española están asegurándose frente a un posible impago de España, lo que alimenta la revalorización de este tipo de activos hasta los 213 puntos, cota que amenaza con seguir subiendo hasta el máximo anual marcado a principios de mes en los 274 puntos. Sin embargo, para medir el ánimo de los inversores, la mejor opción es hacerlo a través del diferencial de crédito. Se trata de la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y la de los alemanes, que permite identificar la prima de riesgo que exigen los inversores a la hora de invertir en deuda española en vez de la alemana, considerada la más segura de la zona euro. Actualmente, España tiene que pagar un diferencial de 158 puntos por encima de la rentabilidad de los bonos alemanes -se sitúan en torno al 2,5 por ciento-, y no hay indicios de que se dé la vuelta, lo que le deja más cerca del máximo anual de 164 puntos, que la media del año en torno a los 80 puntos. Malas noticias para el Tesoro, ya que encarece las futuras emisiones, que alcanzan los 140.000 millones de euros en deuda a corto y largo plazo en 2010. Este encarecimiento de la financiación se debe principalmente a las dudas cada vez más presentes sobre el futuro financiero del país. Después de todo, la deteriorada situación en la que se encuentran las cuentas públicas -se ha pasado de un superávit el 2007 del 1,9 por ciento, hasta el déficit del 11,2 por ciento en 2009- ha provocado que se redoblen los esfuerzos emisores para obtener la financiación necesaria para el Estado. Lo que se traduce en un aumento de la factura que se deberá pagar en el futuro y que podría comprometer el crecimiento económico del país. "La razón que subyace en el recorte de rating es el impacto que pueda tener en la capacidad de crecimiento a largo plazo de la economía el necesario desapalancamiento del sector privado, en un entorno de fuerte ajuste fiscal y con varios lastres al crecimiento como pueden ser el mercado laboral, el sector inmobiliario y el sistema financiero", señaló Natalia Aguirre, analista de Renta 4, en su comentario semanal sobre la situación de los mercados en el Ecotrader. Este incremento de la incertidumbre ha llevado a los inversores a exigir una mayor rentabilidad de la deuda soberana española ante los riesgos que deben asumir. Ello se traduce en un recorte del valor del bono y un incremento de la rentabilidad. Desde que Standard & Poor's recortó el rating a España a finales de abril, los inversores han optado por deshacerse del papel con sello español a corto plazo ante las crecientes dificultades para la refinanciación. Esto ha llevado a que la rentabilidad marque un nuevo máximo anual en el 1 por ciento, el doble de lo que se exigía en abril para las letras a 6 meses y que apenas superaba el 0,5 por ciento. Pero los inversores van más allá. No importa cuál sea el plazo fijado del papel español, la rentabilidad de todos amenaza con alcanzar nuevamente su máximo anual. Ejemplo de ello son los bonos a 10 años, que se sitúan en torno al 4,25 por ciento, mientras que la cota más alta en el año alcanzó el 4,43 por ciento. A diferencia de las obligaciones a 30 años, cuya rentabilidad se sitúa en torno a máximos anuales al cotizar en el 5,24 por ciento. Esto demuestra que los problemas financieros de España no se limitan al corto plazo, sino que también existe tensión en cuanto a las consecuencias que traerán las medidas estructurales del Gobierno para reducir el abultado déficit.