España
La despedida de Andrés Iniesta
Cuando el colegiado pitó el final del partido, toda la Selección Española se derrumbó entre amargura e incredulidad. La campeona del mundo acababa de perder 0-2 frente a Chile y estaba lejos del trofeo que había vencido con brillantez cuatro años atrás. Todo eran caras de decepción entre los internacionales de 'la Roja', aunque una en especial rozaba la acidez plomiza de una pesadilla de verano.
Andrés Iniesta sentía como el peso de la gravedad inclinaba sus ojos sin opción ni alternativa contra el césped de Maracaná, el que forjó los sueños de Pelé y en el que un épico maracanazo uruguayo dejó paso a otro más moderno contra España 64 años más tarde.
El hombre que marcó el gol del triunfo ante Holanda, ése que dibujó en el cielo de Johanesburgo la gloria para un país que jamás soñó llegar tan lejos, estaba probando el momento más amargo de su carrera y algo más. El futuro pinta mal para el de Fuentealbilla. Al menos en con su selección. Al menos para el próximo Mundial.
El hijo de José Antonio y María tiene 30 años recién cumplidos, una edad ideal para ejercer la bella profesión del balompié, pero también peligrosa para marcar los límites entre la plenitud y el ocaso, entre la excelencia y la retirada.
Ahí, en Maracaná, Andrés pensaba en tan importante detalle. Lo sabía. Sabía que para 2018, en el Mundial de Rusia, estará al borde de la despedida. Tendrá para entonces 34 primaveras y quizá pueda seguir brillando (Zidane tenía esa edad cuando alcanzó con Francia la final de Alemania 2006) o, en realidad, deba colgar las botas de la élite.
El ejemplo más cercano de este último panorama ha sido su fiel escudero en la última década como blaugrana. Xavi se marcha. El mediocampista se retira de la Roja y del Barça rumbo al oasis de los petrodólares que es Qatar. Es un buen ejemplo a tener en cuenta.
De ahí que la eliminación de este Mundial haya dolido más que a nadie a un Iniesta que no sabe si éste, el de Brasil, el que se le acaba de escapar, sea su último Mundial con capacidad competitiva para brillar y sentirse protagonista.
Porque, salvo lesión o sorpresa, Andrés jugará con los nuestros en 2018, pero lo hará, probablemente, siendo más un actor secundario que el artista que embelesó al planeta en Sudáfrica. Será un juego de cara o cruz con más opciones de que salga lo segundo que lo primero.
Sí. Iniesta ha dicho en este torneo adiós a su último evento planetario en el ser protagonista verdadero de algo muy grande. Por eso la derrota contra Chile le pesó a él unas toneladas más que a otros compañeros, más incluso que a aquellos que, sí o sí, dejarán de vestir la zamarra con la estrella en el pecho. Fue su noche negra. Su peor pesadilla. Su más amarga despedida.