Mujer profesional

España, líder en planes de igualdad



    Entre todas las formas de diversidad, el hecho de ser mujer es la que más se presta a las connotaciones peyorativas. Mujer, mujer de color, mujer inmigrante, mujer inmigrante con hijos a su cargo o mujer ya de edad madura.

    O también, mujer directiva, soltera, homosexual y con una retribución inferior a la de los hombres desempeñando el mismo trabajo. Puede parecer un juego de palabras, un pozo sin fondo o un mero ejercicio lingüístico de estilo. Y sin embargo, es un hecho. Porque la realidad es que, entre las diversidades, la de género es una de las más difíciles de erradicar.

    Se avanzó mucho, según admite el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), frente a la discriminación en los lugares de trabajo, pero no es suficiente. Habrá que seguir avanzando en las políticas activas laborales que se están poniendo en marcha para aumentar el apoyo y conseguir que las mujeres puedan encontrar trabajo con mayor facilidad. Un apoyo que siguen necesitando. Porque su tasa de participación en el mercado laboral, tanto en Europa como en el resto del mundo, se encuentra todavía desequilibrada respecto a la de los hombres.

    De hecho, se sigue mirando al mercado laboral para encontrar elementos de disparidad evidentes. Y es que en el citado mercado, la edad o la raza se convierten en ulteriores elementos de desequilibrio.

    Situación internacional

    Si bien del año 1995 a 2004 creció la tasa de participación femenina en el mundo laboral, situando en 3,5 puntos el diferencial mundial de género, también es verdad que algunas zonas del mundo están todavía por debajo de esta marca, especialmente, en África septentrional, en Oriente Medio y en Asia. Pero incluso a un nivel más alto, cuando se crean situaciones de intercambio supranacional con las instituciones financieras que establecen las condiciones de financiación, es fundamental introducir cláusulas que obliguen al respeto de los derechos también de las mujeres.

    Entre las políticas activas, el informe muestra, asimismo, la bondad de algunas buenas praxis, entre ellas las relativas al mercado laboral en España y en Perú. Estos dos países demuestran que las intervenciones sociales laborales pueden ayudar a aumentar el acceso al empleo de grupos con mayor riesgo de exclusión. Algo que ha sucedido también en la India, Camboya, Suecia o Suiza. Las comisiones de paridad también han ayudado mucho a las mujeres en países europeos como Suiza, Portugal y Reino Unido.

    Microcrédito para mujeres

    Otro arma es el microcrédito concedido a mujeres que se encuentran en situación de desventaja, por no hablar de iniciativas de alto nivel como la del Equal Employament Opportunity Trust, que representa una acción de mayor calado. Otro aspecto que no hay que infravalorar y al que el informe también hace un guiño es el potencial que surge de los controles sobre las decisiones tomadas. Porque, desde esos controles se podrá ser incluso más incisivos frente a las prácticas discriminatorias con el fin de defender lo que el propio informe define como el trabajo digno.

    Por ejemplo, en una nación habitualmente considerada moderna como el Reino Unido, se calcula que cerca de 30.000 mujeres pierden su puesto de trabajo cada año por quedarse embarazadas, pero apenas el 3 por ciento se atreve a denunciar su caso ante un tribunal laboral. Por eso, y para prevenir incluso los contenciosos, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) habla de las inspecciones como de un potencial ampliamente infrautilizado.

    Por la cultura de la igualdad

    En algunos países como Argentina, México y Guatemala, los inspectores tienen incluso la facultad de poder intervenir en el juicio. Y de hecho, de esta forma, se despliega un profundo potencial intimidatorio que protege a las víctimas de la citada discriminación.

    De ahí, que la organización laboral intente por todos los medios poner en marcha una estrategia en los países de mayor riesgo que los obligue a adherirse a los estándares descritos por las propias convenciones internacionales, sobre todo, en el ámbito de la igualdad de género. El tema no es nada fácil, según las conclusiones del informe, pero en algunos casos la lucha ha valido la pena y ha dado sus frutos. Por ejemplo, gracias a la OIT, se han puesto en marcha 13 proyectos en 25 países que terminaron aumentando la cultura de la paridad de género.

    La organización recoge igualmente su preocupación porque el desempleo mundial ha subido hasta niveles sin precedentes: "Más que nunca antes es necesario colocar el empleo en el centro de las políticas económicas y sociales, incluso entre aquellos que trabajan, la persistencia de la pobreza plantea la necesidad de contar con empleos que sean productivos y dignos".