Bolsa, mercados y cotizaciones
¿Es ahora el momento de comprar en bolsa?
Los mercados vuelven a hundirse, las pérdidas anuales se acercan al 40% en Wall Street y superan ese porcentaje en el Ibex, y la volatilidad diaria se ha disparado desde el 15% hasta el 75% (en términos anualizados). ¿Es el preludio de mayores pérdidas como en 1929 o estamos ante la madre de todas las oportunidades? La evolución a largo plazo de la rentabilidad por dividendo nos dice que la bolsa es una compra... si podemos aguantar la volatilidad.
Mientras tanto, la crisis financiera continúa, como ayer dejó claro el cambio de rumbo del plan de rescate del Tesoro. ¿Es el preludio de mayores pérdidas como en 1929? ¿O estamos ante la madre de todas las oportunidades de compra? Aunque el mercado esté ligeramente infravalorado, ¿la enorme volatilidad supone un riesgo inaceptable de sufrir pérdidas catastróficas?
Nadie sabe la respuesta cierta a estas preguntas, pero el análisis de los últimos 30 años en el mercado ofrece algunas pistas. El profesor de la Universidad de Chicago John Cochrane plantea en The Wall Street Journal una comparación entre la evolución de la rentabilidad por dividendo y el comportamiento posterior de las acciones. Dado que los dividendos se mantienen estables para el conjunto del mercado, la rentabilidad por dividendo sube cuando caen las cotizaciones y viceversa.
Pues bien, se aprecia una correlación según la cual, cuando los precios son bajos en relación a los dividendos, la rentabilidad en los siete años posteriores tiende a ser alta. La bolsa no sigue un patrón aleatorio, sino que esta correlación se aprecia desde 1945. Es más, estas subidas en siete años anulan más que de sobra la caída de los precios (en relación a los dividendos) del primer año.
Esta pauta es aceptada tanto por los behavioristas como Robert Shiller o Richard Taller, como por los defensores de los mercados eficientes como Eugene Fama o Ken French, y también por economistas como John Campbell. Y también se aprecia si tomamos el PER o el precio/valor contable, así como en otros mercados, según Cochrane.
Esto significa que, cuando la aversión al riesgo provoca ventas masivas como las actuales y los precios caen, las rentabilidades futuras suben hasta que son suficientemente atractivas para que algunos inversores empiecen a comprar. La Historia no es una garantía, porque esta vez puede ser diferente; y en vez de implicar una mayor rentabilidad futura, la caída actual puede reflejar un consenso de que se avecina una gran depresión: los precios descuentan una caída permanente del 34% en los beneficios y los dividendos, y una oleada masiva de quiebras.
No obstante, este profesor se inclina más por la explicación de la aversión al riesgo. El miedo al impacto de la recesión, el desapalancamiento, las ventas forzadas de muchas instituciones, la capitulación de otras, la mala experiencia de muchos inversores, etc. hacen que la mayoría de los participantes no quiera tomar riesgos en estos momentos, por lo que venden. Lo cual, a su vez, amplifica las caídas de las cotizaciones.
Gran oportunidad para los inversores con liquidez
Pero eso supone una gran oportunidad para los inversores que no están apalancados, que invierten a largo plazo, que tienen liquidez y que no están amenazados directamente por la recesión, ya que las rentabilidades prospectivas son muy atractivas. "Warren Buffett está en las noticias, y debe estarlo en estos momentos", pone como ejemplo Cochrane.
Ahora bien, advierte que eso no significa que haya que volverse salvajemente optimistas, puesto que las valoraciones no son baratas -apenas han vuelto a la media de largo plazo- y que los beneficios y los dividendos van a bajar indefectiblemente el próximo año. Y, por supuesto, hay que ser capaz de aguantar la enorme volatilidad y la probabilidad de mayores caídas a corto plazo.
Cochrane reconoce que, con las teorías tradicionales de gestión de carteras, hay que cortar radicalmente la exposición a la renta variable en estos momentos. Pero, a su juicio, estas teorías asumen un comportamiento aleatorio del mercado, cuando no es así, sino que éste sigue la pauta descrita anteriormente.
Para justificar su recomendación de compra, este profesor sostiene que las acciones se comportan como los bonos: cuando los precios bajan, las rentabilidades (por dividendo) suben, y la rentabilidad subsiguiente también. Si tienes un bono a 10 años, no debes preocuparte de subidas de tipos y caídas de precios coyunturales: cuanto más caiga su precio, más rentabilidad a largo plazo, con lo que anulan el riesgo en el conjunto de la vida del bono. "Las acciones tienen más riesgo, por supuesto, pero la misma lógica explica por qué puedes ignorar la volatilidad a corto plazo en el mercado".