Bolsa, mercados y cotizaciones
El auge de salidas a bolsa en pérdidas apoya la tesis de una burbuja en EEUU
José Luis de Haro
Quince años han sido necesarios para que el Nasdaq Composite volviera a sobrepasar los máximos registrados aquel 10 de marzo del 2000, cuando cerró en los 5.048,62 puntos. Por aquel entonces el endiosamiento de la tecnología provocó un descalabro que borró más del 75% del valor conseguido.
Entre medias, el revés de las hipotecas basura en 2008 desató su efecto dominó en la banca y por extensión en los pilares del capitalismo que vapulearon al S&P 500 provocando una recesión que los más pesimistas cifran en 20 billones de dólares. No hay mal que por bien no venga, ya que la intercesión de la Reserva Federal y posteriormente otros bancos centrales resucitaron del coma a la economía a golpe de abaratar el dinero hasta límites insospechados y engullir deuda y otros activos.
Una de las consecuencias colaterales de esta adicción a los tipos de interés a cero se ha dejado notar en las salidas a bolsa. En los últimos cinco años, los estrenos bursátiles en Estados Unidos acumulan un total de 277.600 millones de dólares hasta el pasado mes de julio, según cálculos de elEconomista tomando como referencia la base de datos de Renaissance Capital. A nivel global, esta cifra se queda a las puertas del billón de dólares, con 955.300 millones de dólares. Durante este periodo, que podría calificarse como el Siglo de Oro de las redes sociales, compañías como Facebook han servido de guía para aquellas start-ups que sobrepasan un valor bursátil de 1.000 millones de dólares según su financiación privada, que invaden Silicon Valley y otras partes del mundo. A día de hoy, según CB Insights, son 121 y superan ya los 451.000 millones de dólares.
En un momento en que muchos murmuran o proclaman el sobrecalentamiento de la bolsa estadounidense, en continua escalada alcista desde los mínimos marcados en marzo de 2009, es imposible evitar pensar en una burbuja. Entre los oráculos y señales que apoyan esta tesis están las compañías no rentables, es decir, las que no generan beneficios y registran pérdidas, que han salido a bolsa en los últimos años. Si el año pasado el 71 por ciento de las empresas que se estrenaron sobre el parqué registraban pérdidas, dicha cifra asciende ya hasta el 78 por ciento, según Sundial Capital Research.
"Este porcentaje indica que cuatro de cada cinco compañías que salen a bolsa no son rentables", reconoce Shane Hampton, estratega de Hedgeable, una gestora de fondos digital. Como apunta, durante el último cuarto de siglo se pueden distinguir tres claros periodos en que este hecho llegó a un punto de ebullición: el año 2000, el 2007 y 2015.
Durante el hervor de las dot.com, el 76 por ciento de las empresas que salían a cotizar no generaban beneficios. "Es una señal de alarma para el mercado", advertía a CNN, Jay Ritter, profesor de la Universidad de Florida. Es cierto que algunas compañías pueden tener potencial para crecer y devolver jugosos beneficios a sus inversores pero, como indica Ritter, para que compañías como Shake Shack justifiquen su cotización deberían pasar de tener 63 establecimientos a 700 y cada uno de ellos debería ser, al menos, la mitad de rentables que Chipotle.
Uno de los sectores que más sospechas ha despertado ha sido el biotecnológico, que el año pasado tocó máximos históricos en cuanto a número de salidas a bolsas se refiere, un total de 74. Algunos consideran que estas compañías se juegan parte de su futuro en la aprobación o no de un medicamento. Muchos creen que el riesgo merece la pena y que la rentabilidad a largo plazo puede ser brutal. Sin embargo, los golpes de suerte se ven entorpecidos por los fallos del propio medicamento durante sus fases de prueba o las barreras de los reguladores.
Más señales de alarma
Otra tendencia a destacar de los últimos años está en el ritmo en que las compañías que han salido a cotizar públicamente queman su efectivo. El portal 24/7 Wall Street ha realizado un análisis en el que ha diseccionado 302 compañías públicas cuya salida a bolsa se ha producido desde 2011 y con una capitalización superior a los 1.000 millones de dólares. El resultado es que 71 de ellas (23 por ciento) se quedarán sin efectivo para mantener sus operaciones los próximos tres años. Muchas de ellas, como Tallgrass Energy Partners o Cone Midstream Partners, relacionadas con servicios energéticos, podrían quedarse sin dinero en los próximos tres meses.
Aún así, pese a que existen señales de que algo se cuece en los mercados de renta variable, no podemos olvidar que muchas de estas empresas llegan bien financiadas con la ayuda de inversores de capital riesgo, especialmente en el sector tecnológico. Desde el año pasado hasta ahora, las start-ups tecnológicas que se preparan para dar el salto al parqué han recibido un respaldo del capital de riesgo de 24.700 millones de dólares, lo que supone una media de más de 74 millones de dólares para las 588 posibles entidades que podrían postularse a cotizar en bolsa, según CB Insights.
En lo que va de año, el mercado de salidas a bolsa ha perdido impulso. En EEUU, el número de compañías que han presentado la documentación para cotizar es de 152 compañías, un 33,3 por ciento menos que el año pasado. Hasta la fecha, los estrenos bursátiles acumulan una recaudación de 19.900 millones de dólares, cerca de un 40,5 por ciento menos que en 2014. A nivel global, la cifra asciende hasta los 93.800 millones de dólares, un 31,1 por ciento menos que en 2014.