Bolsa, mercados y cotizaciones
Nazis, espías, oro y wolframio en Canfranc en la nueva novela de Ramón Campo
"Canfranc. El Oro (LONDOR.373)y los nazis. Tres siglos de historia" (Mira), no es una mera reedición del libro que publicó Campo en 2002, ya que se incorporan nuevos datos, documentos y personajes que han enriquecido la historia y le han dado una profundidad que no se podía percibir entonces.
Campo, que presentó su edición en la clausura del 16 Congreso de Periodismo Digital de Huesca junto a Forges, autor del prólogo, asegura que la estación pirenaica fue un lugar estratégico para Hitler y Franco de intercambio de oro por wolframio, mineral esencial para la industria armamentística germana.
Pero también fue un espacio en el que los espías intercambiaban parte de los mensajes que se daban entre la resistencia y el estado mayor de los aliados.
El autor destaca que la labor de investigación realizada ha permitido localizar documentos de interés en archivos de distintas partes del mundo, entre otros en Nantes (Francia) y en Estados Unidos, que prueban la importancia estratégica de Canfranc durante el conflicto.
Todos este trabajo, que se inició de forma casual en 2001 con el hallazgo de un documento tirado sobre las vías de la estación que documentaba el paso de un cargamento de oro, se ha ido enriqueciendo hasta conformar un relato poliédrico y coral salpicado de curiosos personajes que la historia oficial ocultó.
Uno de los documentos recuperados por Campo, hallado en Nantes y fechado en 1941, demuestra el interés de Hitler por controlar la estación de Canfranc en interés propio.
Años después, mientras el oro y el wolframio viajaban en direcciones diferentes a través del paso de Canfranc, espías aliados como el jefe de la aduana francesa, Albert Le Lay, y exiliados trataban de colaborar en la derrota de los nazis con su labor de información.
Pero en las páginas del libro se relata que Canfranc dio paso también a "trenes de vida" para judíos que escapaban del genocidio nazi, entre ellos más de doscientos niños que pudieron salvarse por esta vía.
Campo recopila información que prueba que en 1928 el general Franco estuvo alojado en Canfranc y que fue allí, durante unas maniobras, cuando pudo comprender la importancia estratégica de la estación.
Incluso relata que un republicano que llevó entonces a Franco en su burro por una senda de montaña llegó a confesar que lo hubiera despeñado si hubiera sabido en lo que llegaría a convertirse.
Ramón J. Campo destaca que el libro quiere ser un homenaje a todos los protagonistas de esta historia, entre ellos la espía Lola Pardo, pero también una llamada de atención sobre la importancia del Canfranc y la necesidad su reapertura.
"Queremos -afirma- que no se pierda la importancia de Canfranc, porque el pasado debe servir para proyectar lo que va a ser el futuro; la reapertura no es un sueño para los románticos sino una historia importante para Aragón y para España".