Bolsa, mercados y cotizaciones

La lección de Lehman fue más dura de lo que se creyó en un principio



    Era la época de inversores trasnochados. Cualquier europeo con una cartera medianamente grande estaba obligado a quedarse hasta el cierre de Wall Street -o más tarde incluso- para saber qué le esperaría al día siguiente, porque era Estados Unidos quien marcaba absolutamente el paso de unos mercados que funcionaban a golpe de susto.

    La época en la que hicimos un cursillo acelerado sobre ingeniería financiera y buscamos traducción al español para conceptos como subprime, monoline o CDO. Una etapa tan peligrosa como apasionante para quien estuviese en mercado, y en la que se destaparon los verdaderos buenos gestores. No los que ganan más cuando todo sube, sino aquéllos que consiguieron limitar las pérdidas de sus clientes frente al resto -así lo hizo el índice de elEconomista, Eco10, durante esa racha bajista, al perder un 48%, frente al 57% del Ibex-.

    Unos años en los que la expresión demasiado grande para caer se convirtió en un credo que hacía impensable que un banco pudiese quebrar... hasta que el Gobierno de Estados Unidos dejó caer al cuarto mayor banco del país, Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Fue la confirmación de todas las alertas. Las que habían enviado pequeñas quiebras de sociedades hipotecarias en EEUU, el rescate público de dos de las mayores del país, Fannie Mae y Freddie Mac, el cierre de varios fondos del banco francés BNP por falta de liquidez, las colas interminables ante las sucursales del banco británico Northen Rock (el primer rescatado dentro de las fronteras europeas).

    Lehman modificó el guión para todos. Primero, para los bancos centrales, que crearon una alianza histórica entre los cinco principales del mundo, dispuestos a inundar de dinero el engranaje del mercado. Sólo dos meses después de que Lehman quebrase, Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal ponía en marcha la primera de las tres rondas de estímulos monetarios destinados a reactivar la economía americana. Pasarían seis años hasta que, ya de la mano de su sucesora, Janet Yellen, comenzase la retirada del dopaje al mercado. Una munición acompañada de recortes históricos en los tipos de interés. En Estados Unidos cayeron desde el 5,25% hasta situarse entre cero y 0,25% entre 2007 y 2008. En la eurozona, bajaron del 4,25 al 1,5%, pero no fue hasta octubre de 2008 cuando se produjo el primer recorte.

    Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el Fondo Monetario Internacional había advertido de que los países industrializados entrarían de forma generalizada en recesión. La economía de EEUU se contraía en el primer trimestre de 2008 y entraba oficialmente en recesión en el segundo semestre de ese año. La española se resentiría a principios de 2008 y entraría en negativo en la última parte del año, tras la quiebra de Lehman Brothers... y durante seis trimestres más.

    La foto de familia de la gran banca norteamericana nunca volvería a ser como fue en 2007. Lehman Brothers había desaparecido, Bearn Stearns, el quinto banco de inversión estadounidense, fue vendido por la irrisoria cantidad de 2 dólares por acción a J.P.Morgan; Bank of America salió al rescate de Merril Lynch; AIG, la mayor aseguradora del mundo tuvo que ser rescatada con dinero público, y el Tesoro norteamericano puso en manos del sector financiero hasta 700.000 millones de dólares para comprar o respaldar activos problemáticos (bajo el programa conocido como TARP). Entonces, Citigroup era el primer banco por valor bursátil de Estados Unidos, con una capitalización de más de 180.000 millones de euros, un valor que, ni siquiera hoy, con Wall Street en máximos históricos, ha recuperado.

    El nerviosismo que se vivió entonces en la bolsa, se trasladó al resto de activos. El Ibex llegó a perder en su peor semana hasta un 21% ¡en solo cinco días! Pasó del cielo de los 16.000 puntos, una portada que jamás logró, a los 6.817 puntos. Es decir, perdió un 57% hasta los mínimos de marzo de 2009. Un inversor que había visto al Banco Santander cotizar cerca de los 14 euros, podía comprarlo sólo unos meses después por 4 euros. La divisa europea también vivió un camino de ida y vuelta. Llegó a rozar los 1,60 dólares, su máximo histórico, en abril de 2008, para luego desplomarse más de un 20% contra el dólar y caer a los 1,26 dólares. Mientras, el barril Brent europeo llegaba a alcanzar los 146 dólares en julio de 2008 y en cuestión de meses se derrumbaba hasta 36 dólares por barril. Y el oro superaba por primera vez el precio de 1.000 dólares por onza.

    En este contexto, la cartera elegida por el casi medio centenar de firmas de inversión que elabora el Eco10, tenía un perfil más defensivo y menos bancario. Indra, Enagás y Telefónica fueron las ideas que más se repitieron en el índice en ese periodo. De todos ellos, Indra fue quien mejor se comportó durante tres trimestres consecutivos pese a no evitar las pérdidas. Incluir a Técnicas Reunidas en diciembre de 2008 fue un acierto, ya que se revalorizó más de un 22%.