Bolsa, mercados y cotizaciones

Draghi enseña 'las llaves' pero no abre la puerta de la compra de bonos



    Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), volvió a demostrar que se crece en las citas importantes. De poco importa que en las reuniones de transición defraude al mercado o a los analistas, ya que a la hora de la verdad no le tiembla el pulso para ser contundente.

    La de este jueves era una reunión complicada, debido a que se juntaban una escasa predisposición del Consejo de Gobierno de la entidad a introducir novedades con las urgencias de un mercado calentado en las últimas semanas bajo la esperanza de más estímulos.

    A tenor de la reacción de unos y otros, parece que Draghi consiguió dejar a todos satisfechos, con las bolsas europeas en máximos anuales y sin introducir ninguna nueva medida. Fue suficiente con que enseñara las llaves que abren la puerta de las medidas no convencionales para que los inversores reaccionasen. Fue la primera vez que el Consejo de Gobierno debatió todas las medidas posibles que permite su mandato, incluida la posibilidad de activar un programa de compras de activos al más puro estilo Quantitative Easing (QE) de la Reserva Federal. Hasta la fecha, el líder del BCE no había reconocido explícitamente que esta opción estuviese en el centro del debate "aunque todavía no hay nada perfilado". De hecho, el propio banquero central reconoció la dificultad añadida de activar un programa de estas características en la eurozona, ya que "en EEUU el efecto pasa directamente al mercado, pero en Europa la acción tiene que realizarse a través del sistema bancario, por lo que hay que valorar más en profundidad estas medidas".

    El debate en el seno del Consejo de Gobierno se saldó con un precepto claro: "hay unanimidad en usar medidas no convencionales que estén en línea con el mandato del BCE si la situación así lo requiere". Draghi se decantaría por abrir la puerta a nuevos estímulos monetarios en el caso de que un escenario de inflación baja se afiance y amenace con extenderse en el tiempo. "El peligro es el de una debilidad dilatada de los precios, ya que cuanto más se prolongue, más riesgos hay de que se vuelva estructural", reconoció el presidente de la entidad, lo que muestra que no está dispuesto a tolerar una situación como la actual por mucho más tiempo. Para combatirla, los líderes de la entidad mantienen todas las opciones posibles encima de la mesa. "Es positivo un BCE más próximo a otros bancos centrales", reconoce Marián Fernández, directora de estrategia de Inversis Banco.

    Efecto calendario

    Draghi reconoció el pobre dato de la inflación de marzo (el indicador adelantado apunta a un tibio avance del IPC del 0,5% en la eurozona, el más débil en cuatro años y medio), aunque el análisis de este dato "es más complejo". El motivo es el efecto calendario de la Semana Santa, que en 2013 cayó en marzo y este año lo hará en abril. De este modo, los precios del sector servicios aumentarán durante este mes, mientras que el pasado se contrajeron en tasa interanual, lo que justifica la subida de la inflación que espera el BCE para las próximas semanas. En el caso de que este indicador defraude, las posibilidades de ver una nueva ronda de estímulos monetarios de la entidad aumentan exponencialmente.

    "En este contexto de inflación baja, cabe esperar que el mercado continúe descontando el posible anuncio de medidas de tipo no convencional en los próximos meses", explica el equipo de análisis de Sabadell.

    El euro toma protagonismo

    En la reunión hubo otra novedad relevante: la importancia del euro. Tradicionalmente Draghi arrincona a la divisa y sólo se pronuncia al respecto ante las preguntas de los periodistas para recordar que "el tipo de cambio no es un objetivo de nuestra política monetaria". Sin embargo, en esta ocasión la moneda se coló de pleno en el discurso del presidente de la entidad. "Seguimos de cerca la evolución de la divisa ya que es una parte importante para la estabilidad de precios", remarcó Draghi .

    La fortaleza que ha mostrado el euro en los últimos meses tiene una gran influencia sobre la debilidad de la inflación, ya que reduce los precios de las importaciones. De hecho, el Índice de Precios de Importación (IPP) de la eurozona acumula hasta enero 13 meses consecutivos de contracción en tasa interanual. Para añadir más preocupación, la tendencia bajista no parece revertir, sino todo lo contrario: en enero aceleró su descenso hasta el 2,4%. Si el tipo de cambio se convierte en un impedimento para alcanzar el objetivo de inflación, pasará a ser un propósito clave del BCE. El mercado captó el mensaje de forma instantánea y el euro cayó hasta mínimos desde el mes de febrero en el entorno de los 1,37 dólares, nivel que incluso perdió por algunos minutos en el intradía.

    'Super Mario' no es invencible: confiesa su "mayor temor"

    El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, confesó que su "mayor temor", es un "estancamiento prolongado de la economía de la eurozona más allá de su escenario base". De este modo, minimizó el que parece ahora el gran miedo de muchos: la deflación. El banquero central negó que la eurozona se encamine hacia 'este fantasma', aunque reconoció que existen riesgos de una debilidad prolongada en los precios. Los datos del mes de marzo, que reflejaron el IPC más bajo en casi cinco años, no son motivo de alarma para el líder de la entidad, ya que son reflejo de factores coyunturales. Por una parte, influye el retraso de la Semana Santa, que en 2013 fue en marzo y este año será en abril, lo que modifica la evolución de los precios de los servicios. Por otra parte, la caída de la energía y los alimentos frescos siguen en la base de la debilidad del IPC. En palabras de Draghi, "un 70% de los pobres datos de la inflación en los últimos meses se deben a estas dos partidas".