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El sector del automóvil despierta de su pesadilla



    Ginebra (Suiza), 5 mar (EFE).- El sector del automóvil no ha ocultado un estado de ánimo que, sin ser eufórico, sí ha apuntado a una cierta sensación de tranquilidad por asumir que la crisis de la industria ha tocado fondo.

    Numerosos directivos de firmas del Automovil (IAUTO.MC)en Europa y en España han coincidido, con mayor o menor dosis de optimismo, que este año tiene todos los ingredientes para ser un referente en el cambio de tendencia, y en una apuesta a más largo plazo, se asegura su consolidación en 2015. Ir un poco más allá se considera atrevimiento especulativo.

    Para la representación española, los recién conocidos datos de matriculaciones de febrero, con casi 70.000 turismos colocados a los clientes, es una especie de prueba del nueve de que las malas coyunturas parecen ir quedando atrás.

    Han sido 70.000 turismos en un mes, cuando hace un año, y durante seis largos ejercicios, ese periodo de tiempo se saldaba en mercado con raquíticas cifras de poco más de 50.000 unidades. Febrero ha dejado en el zurrón casi 20.000 más.

    Si los particulares, el verdadero termómetro del consumo, apenas rebasaban el 40 % de las matriculaciones mensuales hace dos años, hoy toman posiciones con cuotas de seis de cada diez coches vendidos.

    Estos han sido los mensajes traídos a la muestra de Ginebra por los representantes de las marcas de automóviles en España, pero los gestores de las filiales continentales no iban a la zaga en las interpretaciones y abundan pronósticos en la misma línea de un 2014 propicio para el castigado, durante tanto tiempo, mercado del viejo continente.

    Como si el despertar de la pesadilla hubiera dejado algo de resaca, en el análisis del futuro hay muchas dosis de prudencia y hasta se mira de reojo las consecuencias que con el tiempo puede tener el conflicto de Ucrania.

    Una mayoría más que significativa de pronunciamientos arroja una visualización a largo plazo (entre siete y diez años) del estado boyante del sector en los tiempos que precedieron a la crisis.

    El Salón de Ginebra de este año ha hablado menos español de lo que lo hizo la edición anterior en cuanto a primicias mundiales, pero el buen momento de la industria doméstica no ha quedado reducido al silencio absoluto.

    En su "stand" de la muestra helvética protagonismo destacado para el Citroen C4 Cactus, modelo producido en la planta de PSA en Madrid. Poco más: la aportación de Seat, con su versión más deportiva, la Cupra, del León.

    Como una reminiscencia de la crisis que se quiere olvidar, Ginebra ha dejado el protagonismo de las novedades de producto para los coches más radicalmente urbanos, manejables, baratos y poco onerosos en su mantenimiento, en los ejemplos del Renault Twingo y los Toyota Aygo, Peugeot 108 y Citroen C1, un trío fruto de los acuerdos suscritos en su día por los grupos japonés y francés, que tiene su prolongación con la segunda generación de estos modelos.

    En el ambiente ha seguido flotando el potencial de las llamadas economías emergentes, pero los recientes apuntes de los expertos a una previsible desaceleración de sus crecimientos económicos se miran por el rabillo del ojo, aunque sin percibirse, de momento, un estado de preocupación acuciante.

    La asignatura favorita del sector ante el nuevo horizonte de mejoría se centra en las innovaciones tecnológicas en el campo de la conectividad, como fórmula de crear nuevas ilusiones en los clientes, y a las que no escapan, siquiera, las últimas generaciones de modelos de los segmentos más modestos.

    A muy pocos ha escapado en este campo que en las recientes ferias de consumo electrónico y comunicación móvil de Las Vegas y Barcelona, respectivamente, el automóvil ha sido receptáculo de innovaciones que, en el medio plazo, van a cambiar rotundamente la vida de los pasajeros a bordo de sus coches.

    Un silencio, sobre el que se perciben, por ahora, signos sin dirección precisa, ha sorprendido en este salón: el del vehículo eléctrico, protagonista indiscutible de ediciones anteriores tanto en Ginebra como en otras grandes ferias. ¿Compás de espera o desánimo?