Bolsa, mercados y cotizaciones

General Motors vuelve a lucir atractivo tras el saneamiento del Gobierno



    Finales de 2008. La crisis financiera en EEUU empieza a mostrar sus afiladas garras. La economía de EEUU -al igual que la del resto de potencias mundiales- se resiente en su conjunto, y muchos de sus sectores empiezan a sufrir sus estragos. Especialmente el automovilístico, donde empresas como Chrysler y General Motors son quienes se llevan la peor parte. Las ventas de este sector cayeron a niveles históricamente bajos provocando que el Gobierno del país norteamericano tomara una serie de medidas destinadas a proporcionar ayudas a ambos fabricantes de automóviles a través de préstamos y otros fondos de asistencia financiera.

    Y es que no hay que olvidar que en 2009, General Motors (GM.NY) logró unos ingresos por ventas de 103.800 millones de dólares, un nivel no visto en los últimos 15 años, algo que puso en riesgo la viabilidad de la compañía e hizo saltar las alarmas. No en vano, tal y como informaron en su momento analistas relacionados con esta industria, economistas, organizaciones políticas, o incluso el propio Gobierno, el impacto económico sería muy grande si uno o más de los tres fabricantes con sede en Detroit -un Estado tradicionalmente ligado a la industria del automóvil- se vieran avocados al fracaso. "El liderazgo del Presidente en la respuesta a la crisis financiera ayudó a estabilizar la industria automotriz, y evitar otra Gran Depresión" afirmaban desde el Tesoro esta semana.

    Cinco años después, la situación es completamente diferente. El secretario del Tesoro, Jacob J. Lew, anunció este lunes a través de un comunicado que "con el final de la venta de las acciones de GM que el Tesoro mantenía hasta ahora, se cierra este importante capítulo en la historia de nuestra nación". De hecho, los analistas esperan que este año GM vuelva a tener unos ingresos por ventas superiores a los 154.742 millones de dólares, algo que supondría volver a niveles previos a la crisis. Concretamente supondría alcanzar una cifra no vista desde 2007, cuando los 178.199 millones de dólares.

    Analistas e inversores confían en una compañía saneada

    De todo ello son conscientes los expertos que siguen su evolución en el mercado de la compañía, que recomienda ahora de manera casi unánime la adquisición de sus títulos. De hecho, ni un solo banco de inversión que cubre su cotización recomienda la venta de acciones de GM y sólo un 21% de ellos recomienda mantenerlos. Y no sólo eso, sino que desde que surgió el primer rumor a cerca de la salida del Tesoro del capital de la empresa, únicamente una firma de inversión ha situado su valoración sobre ella por debajo de la fijada de media por el consenso de mercado.

    "La salida del Gobierno allana el camino para la llegada de dinero fresco de los inversores" señalan desde Bloomberg sobre una compañía que goza en estos momentos de unos fundamentales más sólidos para la media de firmas de inversión.

    Pese a que su valoración ha crecido a un ritmo inferior al registrado por el precio de sus títulos en el mercado de renta variable -las acciones de la firma se revalorizan más de un 41% en lo que va de año- su potencial alcista en el mercado es del 12,5% para los siguientes doce meses después de que el consenso de mercado recogido por Bloomberg haya incrementado en cerca de un 36% en lo que va de año su precio objetivo.

    Todo ello obedece también en parte al atractivo aspecto técnico que dibuja su curva de precios. No en vano, tal y como afirma Joan Cabrero, analista de Ágora A.F. para elEconomista, la firma se encuentra en "subida libre absoluta". "General Motors atraviesa una tendencia alcista impecable que no encontraría debilidad alguna de no perforar la barrera de los 37,30 dólares por título, zona fijada como primer nivel de soporte".

    Y es que los inversores parecen ver en la salida del Tesoro del capital de GM una oportunidad de compra. Quizás por ello, desde que el pasado 21 de noviembre surgiera el primer rumor a cerca de esta noticia, sus acciones se hayan revalorizado más de un 8,5%, en un contexto en el que el S&P 500, el selectivo en el que cotiza, ha cosechado un rebote de sólo un 1,5%.