Bolsa, mercados y cotizaciones
¿Y ahora? La Fed nunca ha subido los tipos tras detener una campaña de alzas
La Fed ha cumplido con su contrato y no ha subido los tipos. Pero el mercado se lo tomó mal y cerró en números rojos. No nos extraña. Desde hace varios días hemos expresado nuestro malestar ante el comportamiento de los precios. Además de una incapacidad inquietante para superar una zona crítica de resistencias, las bolsas americanas muestran divergencias que no favorecen la subida de precios.
Esta debilidad en tendencia contrasta con la subida de los bonos y la caída de los tipos al largo. Los inversores en renta fija están haciendo trueque de una previsión de ‘soft landing’ (aterrizaje suave) a un escenario de ‘hard landing’ (aterrizaje brusco), un cambio que supone una revisión abrupta de las perspectivas de crecimiento. Si se confirma en los próximos días, este escenario no sería bueno para Wall Street. Incitaría a vender la renta variable y comprar la renta fija.
Los optimistas subrayarían que la pausa decretada por la Fed acaba con las incertidumbres expresadas por el mercado desde enero. Nada es menos seguro. El comentario publicado ayer por la Fed no cierra la puerta a nuevas alzas de tipos si la situación económica lo requiere. Y aunque tocaran techo los tipos en los niveles actuales, el mercado debería reflexionar sobre las consecuencias que ello conlleva.
Es útil recordar que en los últimos 20 años, por lo general, la bolsa americana ha bajado tras el final de las campañas de restricciones monetarias de la Fed. Como es lógico, el fin del endurecimiento de la política interviene cuando la economía empieza a desacelerarse.
Se modifican por lo tanto las expectativas de los inversores y baja el crecimiento de los beneficios de las empresas. Es verdad que, en paralelo, la baja de los tipos hace que las acciones sean más atractivas. Pero en la mayoría de los casos, el efecto de la baja de los beneficios es más fuerte que el efecto de la baja de los tipos y la renta variable cae durante los meses que siguen el fin de las subidas de los tipos de interés.
El problema está justamente en que si estos mecanismos intervienen en la mayoría de los casos, no lo hacen de forma sistemática. Todo depende de la fuerza de la economía antes de que se produjera la desaceleración, de la velocidad a la que el efecto restrictivo de las subidas se expande en la economía o de la valorización de las acciones, es decir de si el mercado está caro o no.
Y pese a la inercia de Wall Street, recordamos que todos estos argumentos juegan más bien en el sentido de una subida y no de una vuelta bajista: los beneficios de las sociedades son, por lo general, mejores de lo esperado, pocas empresas han anunciado a fecha de hoy un cambio drástico en sus perspectivas de ventas. Además, la baja de los tipos a largo podría limitar el impacto restrictivo de los tipos a corto y Wall Street no está caro.
Se afrontan claramente dos lógicas y no tenemos argumentos decisivos para decidirnos por una u otra: si el pesimismo sobre el crecimiento mostrado por la renta fija se mantiene, es probable que Wall Street no tenga motivos para regresar a los máximos del pasado mes de mayo. Si la economía hiciera gala de una fuerza sorprendente durante el verano, el mercado volvería a hablar de subida de tipos. Preocupante, pero poco probable si tenemos en cuenta las lecciones del pasado. La Reserva federal no ha vuelto nunca a subir los tipos después de detener el endurecimiento de su política. ¡Siempre los tipos bajaron!