Bolsa, mercados y cotizaciones

Conozca las tres claves para encontrar una buena empresa donde invertir



    Me permitirán que barra un poco para casa. Hace tres años nuestra empresa fue adquirida por Mirabaud, un banco suizo de larga tradición aunque con un toque muy británico en lo que se refiere a gestión de carteras de renta variable.

    No creo traicionar ningún derecho de autor o patente registrada si les explico que nuestro nuevo jefe de Inversiones, un caballero inglés prototípico, nos dio la clave para llevar a cabo nuestro trabajo de gestores en el futuro. No se trata de ningún modelo especialmente complejo. Se resume en tres palabras: castillo, foso, y mina de oro. En inglés es Castle, Moat, Goldmine, que nos permite construir un bonito acrónimo: CMG.

    ¿En qué consiste? Cada palabra representa unas cualidades que deberíamos buscar en cualquier compañía que entre en nuestra cartera. El castillo representa un balance sólido y un equipo directivo experimentado y competente. El foso es aquello que da a la empresa una situación de ventaja respecto a sus competidores: una determinada tecnología o know how, una marca, una vinculación especial con sus clientes. La mina de oro es un margen que permita una generación de caja previsible y a ser posible creciente.

    No les negaré que en un principio me pareció más una estrategia de marketing que otra cosa. Ya saben, los españoles siempre tan suspicaces. Sin embargo, comprobé que el método se aplicaba efectivamente. Pensándolo bien no deja de ser una aplicación del sentido común al manejo de carteras.

    El primer efecto de este método es que antes de comprar un valor tienes que conocer bien la compañía, intentar hablar directamente con sus gestores y no fiarte sólo de los intermediarios. Un gran defecto del gestor español es el exceso de dependencia de los brokers para obtener información sobre el mercado. Es preciso acudir directamente a las fuentes.

    Pero el segundo efecto es más descorazonador. El conjunto de empresas cotizadas españolas es limitado, por lo que encontrar las que pueden cumplir estos tres requisitos a la vez no es fácil. Pensemos que nuestro mercado, especialmente hace tres años, se componía básicamente de un sector bancario al borde del colapso a causa del desplome de su principal inversión, la promoción inmobiliaria. A esto se le sumaba la existencia de unas compañías de servicios públicos (eléctricas y gas) que provenían de una situación de monopolio y dependían de un marco regulatorio imprevisible, y algunos grandes jugadores como Telefónica, que intentaba compensar con su expansión internacional la pérdida de una posición de dominio en su mercado de origen.

    De entre las grandes compañías que cotizan en el mercado español sólo Inditex encajaba en el modelo: es un paradigma de gestión empresarial, líder global al que sus competidores intentan copiar sin éxito, creciendo sin endeudarse. El único problema es su precio, pero se ha demostrado que la calidad se paga, también en bolsa.

    Cuando se analiza el pasado reciente de una gran parte de nuestras compañías cotizadas, se ven grandes operaciones fallidas y costosísimas (la pugna de ACS por Iberdrola, y la defensa de ésta a base de adquisiciones muy discutibles, por ejemplo), cambios radicales de estrategia propuestos y llevados a cabo por los mismos equipos gestores que fracasaron anteriormente (casi toda la banca), debilidad financiera a causa del endeudamiento.

    Muy pocas compañías con tradición industrial, o en sectores de consumo, con marcas consolidadas. Por no hablar de la nula presencia de la tecnología.

    Claramente, en el segmento de medianas y pequeñas compañías es donde se pueden encontrar algunos ejemplos que se acercan más al patrón deseado: Técnicas Reunidas, Almirall y Vidrala [las acciones de las dos primeras empresas se encuentran en un buen momento, ya que la media de firmas que siguen a ambos valores recomiendan adquirir sus títulos, mientras que para Vidrala los expertos aconsejan manterlos]. Sería deseable que en nuestro país fueran ganando tamaño este tipo de compañías. Mientras tanto, tenemos que conformarnos con lo que hay.

    Por nuestra parte, seguiremos buscando ese lugar casi mítico, ese castillo bien defendido por un foso, que alberga en su interior una mina de oro, y aunque nunca lo encontremos, la búsqueda nos puede acercar al éxito en nuestra gestión.

    Antonio Hormigos, director de Inversiones de Mirabaud.