Bolsa, mercados y cotizaciones

Ultimo vestigio de la época Conde



    Virginia Zafra

    Madrid, 28 jul (EFECOM).- Banesto se ha desprendido de Urbis y ha terminado con el último vestigio que quedaba de la época de Mario Conde, cuyo principal afán era tener la mayor corporación industrial de España.

    Tras esta operación, prácticamente nada quedará ya de aquel gran grupo empresarial de principios de los años noventa, cuando el banco llegó a tener bajo su paraguas hasta 120 empresas, entre ellas, Acerinox, Agromán, Asturiana del Zinc, Carburos Metálicos, Petromed, Sansón, Sniace, Tudor, Unión y El Fénix, Valenciana de Cementos, Dorna o Isolux.

    Tras su llegada a Banesto en 1994, después de la intervención de la entidad por parte del Banco de España, el Santander liquidó esa inmensa cartera industrial, pero siempre fue reacio a deshacerse de Urbis, que trimestralmente le entregaba jugosos dividendos y que le aportaba un importante volumen de negocio hipotecario.

    El mantenimiento de esa participación no cuadraba, sin embargo, con la política de Banesto y del Grupo Santander de vender cualquier participación no bancaria y, por ello, en los últimos años los gestores del banco han tenido que escuchar continuamente la pregunta: ¿Cuándo se vende Urbis?

    "Urbis no está en venta", respondía repetidamente Ana Patricia Botín, que ahora ha sucumbido a la oferta realizada por el Grupo Reyal, quien sabe si por lo elevado del precio o porque finalmente ha encontrado un destino mejor a los 1.200 millones de plusvalías que se va a embolsar por la venta.

    Sea cual sea la razón, los expertos reconocen que Banesto ha elegido un buen momento para deshacerse de Urbis, pues en los últimos años ha aprovechado del "boom" inmobiliario y ahora se desprende de ella, cuando parece que comienza la desaceleración del sector.

    Esta operación ha acabado además con lo poco que quedaba del 'imperio inmobiliario' que tenía el Grupo Santander a principios de los 2000, cuando Dragados, Vallehermoso y Urbis estaban en su poder.

    El grupo ya no tiene 'ladrillos' pero, a cambio, se ha embolsado con estas ventas 2.000 millones de euros nada despreciables.

    Claro que obtener grandes ganancias con una venta puede convertirse, a veces, en un problema.

    Banesto tiene ahora unas enormes plusvalías extraordinarias que si no invierte antes de que acabe el año acabarán suponiendo un enorme coste fiscal y, sobre todo, un gran trastoque para sus cuentas, pues supondría triplicar los beneficios previstos.

    Por eso, queda ahora la gran incógnita de si Banesto reflejará esas ganancias en sus resultados o si tiene ya previsto algún destino dorado para esos 200.000 millones de las antiguas pesetas. EFECOM

    vzl/jj