Bolsa, mercados y cotizaciones
Malas sensaciones
Cuando sabemos que en los mercados financieros están interviniendo agentes que tienen la voluntad (anunciada públicamente) de mover los precios en una determinada dirección y recursos ilimitados para hacerlo, apostar en su contra parece suicida.
La Fed y el Banco de Inglaterra actúan en sus mercados domésticos de ese modo. Ahora se les ha unido Japón. Pero esta vez, con un volumen tal que superará los límites de su propio mercado de deuda y de renta fija. El dinero japonés se desparramará por otros mercados; cualquiera que ofrezca rendimientos positivos mínimamente previsibles servirá.
Eso se ha notado hasta aquí, en España, donde la deuda pública se coloca sin dificultad y sus tipos de interés marcan mínimos de los últimos dos años y medio. El BCE, más tímido, se limita a amenazar con la intervención, y eso basta.
Para los próximos meses seguirá esa tendencia y mejor no estar en contra. Los tipos seguirán bajando y las bolsas estarán, como mínimo, soportadas.
Pero la macro no engaña: en Europa el crecimiento no llega, y mientras tanto la deuda crece, porque es imposible reducir los déficits significativamente si estamos en recesión. Por tanto, no es de extrañar que esta bonanza en los mercados a muchos les parezca artificial y provoque las malas sensaciones del título de este post.
El movimiento de commodities de la semana pasada, con caída del oro, pero también de metales no preciosos, como el cobre, anticipa debilidad económica y falta de demanda. No es una buena base para el crecimiento de beneficios y la subida de las acciones.
En España esta dinámica se acentúa. El FMI prevé un nivel de deuda pública del 110% del PIB para 2018. De hecho, en nuestro mercado empieza a haber una gran divergencia entre la bolsa, débil e indecisa, y la deuda pública. Con un bono a 10 años en el 4,48%, el Ibex debería estar en 9.000, no en 7.900.
¿Quién tiene razón? A corto plazo, ambos. Pero está claro que esta situación no es estable y por un lado o por otro, este difícil equilibrio se romperá.
Europa sigue a la cola
Lo que parece más claro dentro de este turbio panorama es que Europa continental sigue siendo el bloque con una política económica más débil, tanto desde el punto de vista fiscal, como monetario.
Estados Unidos y Japón están en plena guerra de divisas, ambos disponen de munición sin límite, saben a dónde quieren llegar y están decididos a aplazar su ajuste fiscal y jugárselo todo a un rebote de actividad. No sabemos quién ganará, pero Europa sí tiene las de perder: su política fiscal es la austeridad y por tanto la recesión está garantizada; su política monetaria es tibia y está cuestionada por casi todos. El edificio institucional europeo está a medio construir y lo que hay tiene importantes grietas.
Draghi lo ha dicho con bastante claridad: ahora les toca a los gobiernos, pero existen serias dudas respecto a su voluntad y a su capacidad para llegar a acuerdos. Sólo reaccionan ante el peligro inminente de una catástrofe financiera. ¿Hasta cuándo aguantaremos así?