Bolsa, mercados y cotizaciones
Para 'cazar' un 3% en deuda privada hay que buscar más allá de 5 años
- Empieza a ser difícil encontrar las altas rentabilidades de hace unos meses
- El particular aún puede 'rascar' algo en bonos corporativos si sigue la tendencia a la baja
Dicen que a lo bueno uno se acostumbra rápido. Lógico. En un mundo de tipos de interés casi nulos, el ahorrador encontraba hasta hace relativamente poco rentabilidades infladas en muchos productos que en principio no acarreaban un riesgo que las justificase. ¿Quién no se acostumbra a eso?
El ejemplo más sencillo es el de los depósitos. Hasta comienzos de año era fácil encontrar ofertas de hasta el 4 por ciento en algunas entidades, mientras que acudir hoy en día a una oficina en busca de renovar o contratar un depósito a un año por encima del 1,75% es misión imposible. Algo similar ocurre ya con otros activos como la deuda privada de las empresas españolas. La relajación en los mercados está normalizando los intereses que puede conseguir el inversor. No obstante, aún puede ser interesante si se piensa que las rentabilidades seguirán bajando.
La mayor confianza que ha llegado a los países periféricos se ha dejado sentir en la deuda pública española. Que los inversores perciban menos riesgo y, por tanto, exijan menos rendimiento a los bonos soberanos españoles está teniendo una misma consecuencia con dos lecturas distintas. La primera, las empresas están logrando salir al mercado a financiarse a unos costes que en verano del año pasado, con la prima de riesgo en los 600 puntos básicos, parecían inalcanzables. Pero desde el punto de vista del inversor la búsqueda de altas rentabilidades se complica.
Si un particular acude a comprar deuda senior de compañías españolas en el mercado secundario -en el que se negocian los títulos después de haber sido emitidos- podrá obtener rentabilidades superiores al 3% si mira hacia títulos que vencen dentro de más de 5 años. De lo contrario, tendrá que conformarse con rendimientos entre el 1,8 y el 2,8%.
"Es razonable que el inversor pida más de un 3 por ciento", considera Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis. Sin embargo, el experto precisa que realmente ese inversor tiene que darse cuenta de que "era una locura que pagaran tanto antes". El problema de todo esto es que se han malacostumbrado. Victoria Ros, responsable de venta minorista de Cortal Consors, opina que "costará cambiar la mentalidad de que un 4 por ciento es un interés demasiado alto".
Aprovechar la tendencia
Es cierto que a lo largo de este año empresas como Telefónica o Gas Natural han logrado emitir deuda a 10 años pagando un cupón del 3,98 y 3,87% en cada caso, que todavía puede resultar atractivo a pesar de suponer una rebaja frente a emisiones anteriores. Otras como Ferrovial o Prosegur han emitido bonos a 5 años al 3,375 y 2,75%, respectivamente.
Pero una cosa es el cupón que paga la compañía y otra la rentabilidad de la inversión para el que compra los títulos. Cuando la deuda se adquiere en el mercado secundario, lo normal es que esos cupones difieran del rendimiento anual que al final obtendrá el inversor -siempre que mantenga el título hasta vencimiento-. Es lo que se conoce como TIR y lo que se debe mirar la hora de comparar inversiones.
Esta rentabilidad varía de forma inversa a cómo cotiza el bono en el mercado secundario. Así, si el precio de la deuda sube porque los inversores están comprando, la TIR baja. Y al contrario. En el fondo, el mecanismo es igual de sencillo que el de las acciones, o en cualquier otro activo. Cuando el precio sube, es bueno para la cartera.
Es por ello que los bonistas que compraron en el primario en alguna de las emisiones que se han lanzando este año están ganando valor en su posición. "Todas las emisiones de 2013 se han comportado bien por el efecto de que ha mejorado el riesgo soberano", explica Teresa Gimeno, responsable de renta fija de Banif.
Para el que compró en el primario es bueno que el precio suba y la TIR baje, pero esto merma el atractivo de la rentabilidad que ahora puede obtener el inversor que acude al secundario. Al final, lo que está pasando es que compra más caro y por ello logra menos rentabilidad. Por ejemplo, el precio de la deuda senior que emitió CaixaBank con un cupón del 3,25% ha subido desde principios de enero y, por tanto, la rentabilidad actual de la inversión para quien tome posiciones ha caído, hasta el 2,6%. Esto ocurre en todas las emisiones de este año, excepto en la de bonos a 10 años que colocó Telefónica en enero al 3,987%, cuya TIR está ahora ligeramente por encima, en el 3,99%.
Ahora bien, puede ser un buen momento para pillar algo en la renta fija de las empresas españolas si efectivamente la calma se instaura en la periferia europea y la prima de riesgo sigue bajando. Eso hará que se mantenga la tendencia actual de rentabilidades a la baja. "Además, las ansias de cupón de la comunidad inversora están tirando todavía más de los diferenciales y algo se puede rascar por ese movimiento", señala Juan Ramón Caridad, director del máster de Finanzas FIA.
No obstante, desde Banif ven a la renta privada más como un complemento para la cartera. "Si el cliente quiere hacer una cartera diversificada sí incluiría bonos de compañías españolas con alta presencia internacional como Telefónica, Iberdrola o Santander, pero a un mismo diferencial iría a bonos del Estado, que son más líquidos", indica la experta de la firma.
Falta de liquidez
Es uno de los inconvenientes con las que aún cuenta la deuda privada: la dificultad de poder operar con los títulos. En mayo de 2010, comenzó a cotizar en el Send, la plataforma de BME a la que ahora llega la deuda pública. El objetivo era claro: "Nos gustaría que el particular, del mismo modo que compra o vende acciones, también compre y venda un bono con la misma naturalidad", dijo en aquel momento Francisco Oña, presidente de AIAF. Pero la realidad es otra. De hecho, en todo momento la idea de entrar en bonos corporativos sería para mantenerlos hasta vencimiento.
"El principal problema reside en la liquidez de la renta fija en mercado secundario. Los diferenciales entre el primario y el secundario son muy importantes y puede ser un cuello de botella teniendo en cuenta las ingentes entradas de inversores (ETFs y grandes patrimonios) deseosos de buscar alternativas a los depósitos", expone Caridad. "No será fácil vender en mercado sin sufrir castigo en precio", añade. El experto subraya que "comprar protección es más una obligación que un lujo de inversor profesional" y señala hacia "fondos de inversión que verdaderamente sean de retorno absoluto".