Bolsa, mercados y cotizaciones
Un lustro en el que el dólar pierde fuelle mientras oro, petróleo y deuda se revalorizan
Hay un dicho que afirma que detrás de un gran hombre se esconde una gran mujer. Aunque suene obvio, es obligado afirmar que detrás del máximo histórico de Wall Street está la Reserva Federal (Fed).
De hecho, sería imposible explicar la evolución de ciertos activos sin tener en consideración los movimientos pioneros de la autoridad monetaria que preside Bern helicóptero Bernanke: el 19 de diciembre de 2008, Reserva Federal y Banco de Japón obligaron a los inversores a asumir más riesgo al rebajar los tipos de interés al mínimo histórico entre el 0 y el 0,25% en el caso de EEUU (nivel que se pretende mantener hasta 2015) y al 0,1% en el caso nipón.
La diferencia entre ambos es que durante este lustro la Reserva Federal ha puesto en marcha hasta en tres ocasiones la máquina de imprimir dinero con sus famosos programas de estímulo cuantitativo (QE), siendo sin duda su tercera edición, que está vigente, el más mastodóntico de todos: compras mensuales de deuda hipotecaria por valor de 40.000 millones de dólares ilimitadas hasta que la economía real dé signos de recuperación, y para que eso ocurra la tasa de desempleo en el país debe caer por debajo del 6,5%.
Dólar a la baja, oro al alza
¿Cómo ha influido esta inundación de dólares en el resto del mundo? Si se toma la evolución del cruce euro contra dólar desde 2007 se puede comprobar que en realidad el billete verde se ha apreciado un 1,9% contra la moneda única. Pero considerando que el QE1 se activó en 2008 resulta más relevante la evolución de la divisa norteamericana desde sus mínimos contra el euro, los 1,5991 dólares del 22 de junio de 2008; desde entonces, el dólar se ha depreciado un 18,57% contra el euro, mostrando además fortísimas oscilaciones en este periodo de tiempo.
La creación artificial de dólares, que los expertos cifran en 2,5 billones de dólares, ha tenido efectos directos sobre el oro, activo refugio por excelencia también conocido como el antidólar, puesto que cuando el metal sube, la divisa cae... a no ser que se esté comportando como un activo de riesgo; en este último caso, fomentado por los bancos centrales y su guerra de divisas, el comportamiento del oro se correlaciona con el del dólar. Esto explica que en cinco años de crisis se haya apreciado un 146,65%, pero que al redoblarse la heterodoxia de la Fed con la puesta en marcha del QE3 acumule un retroceso del 12,18% desde octubre.
Hablando de activos cíclicos: el West Texas Intermediate (WTI), la referencia estadounidense del precio del crudo, se ha apreciado cerca de un 48% el último lustro, aunque las tensiones en Oriente Medio han desbancado su influencia mundial en favor del Brent, la referencia europea. La brecha entre ambos batió máximos históricos de 27,88 dólares en octubre de 2011.
Otro activo con comportamiento prodigioso ha sido la deuda emitida por el Tesoro de EEUU. Al tradicional cáracter de activo refugio de los treasuries se unió el fuerte compromiso de la Fed con su cometido de generar crecimiento, traducido en la emblemática Operación Twist -venta de bonos de corta duración y compra de bonos de larga duración- que desarrolló el año pasado. La rentabilidad del T-Note (bono a una década) ha retrocedido 276 puntos básicos desde el 1 de enero de 2007; el 24 de julio de 2012, cuando más fuertes fueron los temores de una ruptura del euro, marcó mínimos históricos del 1,3875%.
¿Qué ha pasado con otras bolsas? 2007 fue un buen año para los principales parqués del mundo. Pero ninguno de ellos ha vuelto a batir los máximos de aquel año. Un ejemplo de por qué no fue útil bajar tipos sin imprimir dinero fue la bolsa japonesa: el Nikkei se ha dejado un 32,67 % en este tiempo. La crisis de la deuda soberana se encargó de que el índice más representativo de la eurozona, el Euro-Stoxx 50, retroceda cerca de un 36 %; más dura ha sido la caída para el Ibex 35, que cae un 41,4 % desde 2007. En el lado positivo brillan el Dax 30, que acumula un alza del 17,8 %, y la del Shenzen chino, un 26,88 % en estos cinco años.