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Invertir en petróleo tiene más futuro en Estados Unidos que en Europa
La palabra petróleo en el siglo XX era asociada a desarrollo tecnológico e industrial, implicaba energía, una palabra con una carga importante de significado. Sin embargo, esa palabra cada día suena más obsoleta y ha ido perdiendo su significado de innovación, pero el crudo lleva con nosotros más de lo que pensamos y quizá seguirá siendo tan importante como hoy por mucho tiempo más.
El crudo es tan antiguo como la misma civilización humana, en la Biblia se menciona esta materia como "un betún negro" o "asfalto". En el Génesis, capítulo 11 versículo 3, se explica cómo se utilizó este material para pegar los ladrillos de la torre de Babel; también, el Génesis, capítulo 4 versículo 10, describe cómo los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron tras ser derrotados en un pozo de betún negro en el valle de Siddim. Los indígenas americanos lo utilizaban como impermeabilizante, y aunque desde entonces está con nosotros, hasta el siglo XVIII sus aplicaciones eran muy limitadas.
Una persona cambiaría para siempre el uso del material, y nuestra forma de ver el mundo. El coronel Edwin Drake fue el primer hombre en perforar un pozo petrolero en 1859 en EEUU, y también el primero en darle un uso comercial tras lograr separar la kerosina del crudo. Este nuevo insumo sustituiría al aceite de ballena como combustible para las lámparas de la época.
Hablar de petróleo en las últimas décadas es como hablar de oro para los ciudadanos del mundo antiguo. Invertir en crudo y sus derivados es tan rentable que John Rockefeller llegó a ser el primer hombre en acumular 1.000 millones de dólares.
Desde hace cuatro décadas la forma del ver el mapa ha cambiado, y los países petroleros han tomado una importancia que no tenían anteriormente. Y es su escasez, y su característica geográfica intrínseca, lo que ha dejado marcado al oro negro por su volatilidad. Aunque hay que recordar que ser gran productor no implica ser un gran exportador, como el caso de EEUU (tercer productor mundial y que no figura entre los 20 mayores exportadores).
Es tanta nuestra dependencia estructural que es, probablemente, la materia prima más sensible a las expectativas de crecimiento económico, pues casi cualquier cosa que queramos producir o transportar, y hasta vender y comprar, está íntimamente ligada a él.
Invertir en petróleo
Para invertir directamente en petróleo existen muchos fondos y ETFs que buscan emular el desempeño del precio de los futuros en los principales barriles de referencia, el West Texas y el Brent. Aunque quizá lo mejor, y más sencillo (pues es una forma integral de apostar por el mercado energético), sea invertir en las empresas petroleras.
Y es que este podría ser un momento importante para darle una oportunidad al carburante, sobre todo al americano, o por lo menos eso piensan los analistas que otorgan la recomendación de compra a la media del sector en EEUU, y a ocho de las diez firmas más grandes de la primera potencia mundial. No sólo sus fundamentales les apoyan, sino que el contexto, tanto político como de producción, apoyan a la materia prima proveniente de la región norteamericana.
La Agencia Internacional de Energía daba a conocer esta misma semana que, según sus previsiones, EEUU llegaría a ser el primer productor mundial en la próxima década, lo que implicaría su independencia energética e incluso la posibilidad de convertirse en un serio exportador. La noticia es clave para el crudo, pues esta posibilidad daría, en teoría, mayor estabilidad de precios a la materia prima. Actualmente, damos seguimiento a dos referencias de crudo que sirven como parámetro para valorar el petróleo. El West Texas, que no es más que un promedio de calidad sobre el crudo producido en Texas, sirve como referencia para fijar el precio de otros barriles en Medio Oriente y otras partes del mundo.
Por otro lado, el Brent, un tipo de crudo extraído del Mar del Norte, es la referencia para los mercados europeos. La mayor autosuficiencia del mercado americano permite al West Texas ser menos sensible a los conflictos geopolíticos, sobre todo aquellos en Medio Oriente y el norte de África. Y es que la diferencia entre los precios de ambos ha dejado marcado al mercado energético desde los últimos dos años. El diferencial tocó su máximo histórico, los 27 dólares por barril, en 2011, una diferencia que no parece tener fecha para estrecharse gracias a la tensión que se vive en Medio Oriente desde la Primavera Árabe.
El Brent se disparó a pesar de que entonces el West Texas también tenía motivos para subir, pues se acababa de poner en marcha el QE1 (estímulo económico) en EEUU. Pero el Brent tiene motivos de sobra, pues el Mar del Norte produce la mitad de lo que extraía hace una década, volviendo a Europa más dependiente de lo que sucede en el mundo árabe. La tensión con Irán, que amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, por donde cruza el 20% de la producción global, llevó al diferencial entre barriles a más de 20 dólares de diferencia.
Esta brecha otorga ventajas al mercado estadounidense, firmas como National Oilwell Varco, Andarko y Schlumberger, entre otras, reciben unas de las recomendaciones de compra más sólidas del mercado. Incluso, algunas americanas también ofrecen dividendos interesantes como ConocoPhillips que paga más de un 4,7% de rentabilidad por dividendo. Por otro lado, las empresas europeas no reciben la confianza de los analistas, aunque pagan mejores dividendos.
Exxon y Chevorn, las dos norteamericanas más grandes, se quedan con gran parte de la tarta, y es que su beneficio neto es muy superior al resto del sector. Aun así, los analistas hacen su apuesta por Chevron ya que le dan una mejor recomendación de compra, pues creeen que actualmente tiene más camino que recorrer que Exxon, con un potencial alcista de casi un 20%.
Entonces, si las americanas dependen en su mayoría de la demanda de su propio país, en un futuro el precio de su barril será (en teoría) directamente relativo a sus expectativas de crecimiento económico e industrial, con lo que la principal preocupación por ahora sería el fiscal cliff. Sin embargo, más que una preocupación, puede jugar a favor de los inversores. El problema tendrá que encontrar solución, y la victoria de Obama apunta hacia un escenario con más estímulos económicos, por lo que comprar ahora sería hacerlo en precios atractivos.
¿Energía alternativa, una amenaza?
Pensando en crudo América tiene una ventaja que Europa no ofrece y es el precio del petróleo. Si pensamos en que las petroleras necesitan demanda para seguir creciendo, también es cierto que el precio del mismo es vital para aumentar dicha demanda. Hablar de biomasa, etanol y otras fuentes verdes (o no verdes como el gas) sólo tiene lógica si están por debajo del coste del petróleo. Mientras estas alternativas sean más caras, el uso del crudo (y su rentabilidad en nuestro caso) no tienen mucho que temer.
Así que si pensamos en la posibilidad de que EEUU sea independiente petroleramente hablando tendríamos que hablar de una posibilidad de mantener el precio del crudo relativamente bajo, o por lo menos lo suficiente para que otros medios no amenacen nuestra inversión. Por el contrario, la gran franja de más de 20 dólares que separa a la referencia europea da pie a pensar en otras formas de energía, y por lo mismo las expectativas hacia las firmas europeas ofrecen un horizonte totalmente distinto y mucho menos atractivo que el americano.