Bolsa, mercados y cotizaciones
El Tesoro destroza la oferta de los depósitos al duplicar su rentabilidad
De lo negativo, a veces, se puede sacar algo positivo. Las crecientes tensiones en la Eurozona, con España situada en el punto de mira, se tradujeron en que el Tesoro Público se vio obligado a pagar ayer los mayores intereses en letras de los últimos años para poder obtener financiación en el mercado.
Es el precio de la duda, ya que los inversores exigen unos rendimientos superiores para meter su dinero en deuda soberana española porque se fían menos de la capacidad de pago de nuestro país. Sin embargo, incluso en esta situación existe una vertiente positiva: los inversores vuelven a encontrar una alternativa rentable en la deuda pública española a corto plazo. El salto en la rentabilidad es tal, que el interés que ofrecieron ayer las letras a 12 y 18 meses duplica ya los rendimientos que ofrecen de media sus competidores más habituales, los depósitos bancarios; y aventajan en más de un punto porcentual al de los pagarés.
Ése es el escenario que dejó a su paso una de las subastas que pasarán a la historia precisamente por los elevados intereses que se pagaron en ella. En concreto, las letras a 12 meses -el activo más popular entre los que emite el Tesoro y el que hace una competencia más directa a los productos de las entidades financieras- se colocaron a un interés medio del 5,07 por ciento, el más elevado desde 1997; mientras que las letras a 18 meses ofrecieron una rentabilidad media del 5,10 por ciento, la más alta desde noviembre de 2010. En ambos casos rentan dos puntos porcentuales más que las imposiciones a plazo fijo que ofrece las entidades financieras.
Una brecha significativa
Se trata de algo histórico, sin precedentes hasta ahora, que coincide también con que la rentabilidad media que brindan los depósitos a doce meses es la más baja desde que empezó la crisis. En concreto, la Primera División de la Liga del Depósito -clasificación que elabora desde hace un año elEconomista con la oferta comercial de los principales bancos en el negocio bancario nacional- ofrece un 2,37 por ciento, cualquier referencia anterior supera ese porcentaje.
Sin embargo, la brecha que separa en la actualidad a la deuda a corto plazo y las imposiciones a plazo fijo ni siquiera fue tan amplia en 2011, cuando las letras se convirtieron en las grandes protagonistas del año impulsadas por la convulsión que vivía la deuda pública, que elevó su rentabilidad hasta niveles previos al euro con intereses, también, superiores al 5 por ciento. La principal diferencia con el momento actual es que, por entonces, los depósitos rentaban en torno a un 4 por ciento.
De esa generación de depósitos poco queda ya. Su origen se remonta a marzo de 2010. La falta de liquidez que afectaba al sector financiero agudizó el ingenio de una banca que vio en las imposiciones a plazo fijo un modo de lograr financiación a cambio de suculentas rentabilidades que, incluso, superaban el 5 por ciento. Raro era el día en el que una entidad no superaba la oferta de otra para captar el pasivo de los particulares, práctica que duró hasta julio de 2011. Fue entonces cuando se aprobó la normativa que penaliza a los bancos que reciban ayudas públicas que ofrezcan depósitos con intereses por encima de la media con aportaciones adicionales al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD).
Desde ese instante, la retribución de estos productos ha ido bajando progresivamente. Uno de los últimos movimientos a la baja ha sido el de Espírito Santo, que ha reducido el interés de su depósito a un año desde el 4,16 al 4,04 por ciento (ver gráfico), pese a estar exenta de cualquier penalización por responder al FGD luso.
En cualquier caso, las imposiciones a plazo fijo ya no son el vehículo estrella de la banca para captar financiación, ahora son los pagarés. Aunque su retribución es superior a la de los productos más conservadores, tampoco alcanzan la rentabilidad que ofreció el Tesoro ayer. A 18 meses, los más rentables son los de Santander. Un 4,2 por ciento frente al 5,1 que ofrecieron ayer las letras al mismo plazo; mientras que a un año, la oferta más suculenta es la de Bankinter, un 4,35 por ciento, también inferior a la rentabilidad que alcanzaron las letras en ese plazo.