Bolsa, mercados y cotizaciones

La bolsa española sobrevive a la locura



    El Ibex 35, tan bancarizado él, ha evolucionado esta semana a golpe de arrebatos. Y siempre con el sector financiero como epicentro y con Bankia en el papel protagonista. Desde que el lunes se anunció la dimisión de Rodrigo Rato, la bolsa española se instaló en la locura. Vaivenes continuos que, además, se han producido a contrapié; vamos, que cuando parecía que tocaba bajar, subía, y al revés.

    Así ocurrió el lunes. ¿Acaso desató la marcha de Rato una estampida vendedora? En Bankia sí, pero no en el resto del sector. Y como el Ibex se sigue moviendo en gran medida al son de la banca, el índice de referencia de los mercados españoles avanzó ese día un 2,72 por ciento, la mayor subida del año hasta entonces. Increíble. ¿Cómo se explicaba esa reacción? Por un motivo: el mercado interpretaba que al abrirse el melón de Bankia, España encaraba por fin su gran asignatura pendiente, consistente en sanear de una vez por todas la situación del sector financiero.

    Pero en esta crisis nada es definitivo. Los números rojos regresaron el martes, como aperitivo de la tormenta vendedora que la bolsa española padeció el miércoles. Una caída del 2,77 por ciento que situó el Ibex en sus niveles más bajos desde 2003 -6.812,7 puntos- y a la banca, de nuevo, en el disparadero. ¿Pánico? Si fue así, se trató de un episodio temporal, porque el jueves... ¡el índice subió un 3,42 por ciento, que pasó a ser la mayor ganancia de 2012! ¿Euforia? Pues de nuevo transitoria, porque el Ibex cedió un 0,71 por ciento el viernes -en otra jornada esquinofrénica en la que llegó a caer un 3,6 por ciento- y finalizó en los 6.995,6 puntos, con una subida semanal del 1,74 por ciento.

    En todo este jaleo, la peor parte se la ha llevado Bankia. Sus acciones han sufrido un retroceso semanal del 15,6 por ciento, hasta los 2,07 euros. Es decir, un 45 por ciento por debajo de los 3,75 euros a los que salieron sus títulos a bolsa en julio de 2011. En el resto del sector, ha habido un poco de todo. La parte positiva se la han llevado BBVA, el Santander y Bankinter, con subidas que han oscilado entre el 4 y el 5 por ciento; y la negativa, Sabadell, con un descenso del 3,4 por ciento, y Popular, que ha caído un 6,5 por ciento.

    Pero, de nuevo, cuidado con las apariencias. El Ibex 35, pese a todo, ha salvado la semana en positivo. Tanto, que ha sido el más alcista de Europa. El Dax alemán ha sumado un 0,3 por ciento y el Cac 40 francés ha caído un 1 por ciento. Y también lo ha hecho mejor que Wall Street, donde el Dow Jones ha cedido un 1 por ciento y el S&P 500, un 0,5 por ciento.

    Vidas paralelas

    Pero la marejada financiera no sólo ha afectado a sus representantes. La onda expansiva se ha propagado a la deuda pública. No es de extrañar. De tanto que se han mezclado -las entidades comprando bonos y el Estado ayudando a los bancos y cajas-, sus destinos han quedado ligados, de tal modo que los males del uno son también los del otro. Tras tres semanas relajándose, las ventas han provocado que el rendimiento de los bonos españoles a 10 años haya escalado del 5,73 al 6 por ciento. A su vez, este aumento ha calentado la prima de riesgo, es decir, el interés adicional que exige el mercado a los bonos españoles sobre los alemanes a 10 años. La brecha entre ambos se ha ampliado esta semana de los 415 a los 449 puntos básicos. Al mismo tiempo, el seguro (CDS) para cubrirse de un posible impago de España ha subido de los 480 a los 517 puntos básicos, que supone el nivel más alto de la historia.

    Grecia, más fuera que dentro

    Si la situación interna está convulsa, la externa tampoco ha calmado la ansiedad. Una vez más, el foco se dirige hacia Grecia, sumida en un caos institucional tras el abierto resultado de las elecciones del domingo. Sobre todo, preocupa la ascensión de los partidos contrarios a los acuerdos alcanzados con la Troika -Europa, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo-, con lo que resurge el riesgo de quiebra por parte del país heleno y, por extensión, su salida del euro.

    Con Grecia de nuevo en el alambre y España alimentando los peores augurios, el euro se ha debilitado. "El euro es el termómetro que mide todos los riesgos. No tenía sentido que estuviera más cerca de los 1,35 dólares que de los 1,30 con toda la incertidumbre existente", afirma Pablo Guijarro, consultor de Afi. En el conjunto de la semana, la moneda única se ha depreciado un 1,1 por ciento contra el billete verde, hasta los 1,294 dólares, con lo que se encuentra por debajo de los niveles a los que cerró en 2011, año que despidió en los 1,2966 dólares.