Bolsa, mercados y cotizaciones
¡Salte la muralla! La oportunidad que esconde el mercado chino
Antes de ser un dragón, hay que sufrir como una hormiga", afirma un proverbio chino. Una metáfora que describe muy bien cómo han trascurrido los últimos meses para la segunda economía mundial, y qué esperanzas se tienen puestas en ella.
El comienzo de 2012 viene marcado por la polémica del aterrizaje de la economía china; si bien es un hecho que el crecimiento del gigante asiático se está desacelerando -los últimos datos revelan que su PIB fue del 8,9 por ciento durante el cuarto trimestre de 2011, la peor subida en dos años y medio-, la discusión se centra en la intensidad de dicho aterrizaje. Un hipotético descenso brusco traería impactos negativos para la economía global, mientras que, con un aterrizaje suave, China todavía tendría fuerzas para proseguir con su milagro económico, aunque rebajando el pistón.
Los indicios apuntan hacia esta segunda opción. Así lo reflejan las proyecciones del PIB chino que maneja el Fondo Monetario Internacional (FMI): en 2012, el gigante asiático crecerá un 9 por ciento, y entre 2013 y 2016, el crecimiento se mantendrá constante, en torno al 9,4 por ciento.
El pasado lunes arrancaba para los chinos el año del dragón, considerado como el más simbólico dentro de su horóscopo. El dragón es un animal mitológico que trae buena suerte, y que es sinónimo de cambios. Cambios que ya se están produciendo en todos los ámbitos, y no necesariamente negativos. Cambios que llegan después de 2011, que siguiendo con el paralelismo del proverbio chino, terminó siendo el año de la hormiga.
La banca, viento en popa
La primera clave viene dada por el control de la inflación. El Gobierno chino se había fijado este objetivo al comienzo de 2011, pero no había conseguido controlar la tasa de inflación hasta el mes de agosto. Desde entonces, el índice de precios de consumo ha caído durante cinco meses consecutivos, desde el 6,2 hasta el 4,1 por ciento registrado en diciembre.
Esta caída del coste de la vida ha provocado, a su vez, una serie de efectos vitales para la economía china. El más visible, la bajada del coeficiente de reservas mínimas (el dinero con el que responder sobre sus necesidades de capital) exigido por el Gobierno a la banca, que estaba en máximos históricos tras haberlo elevado en 12 ocasiones durante el último año, hasta el 21 por ciento para los bancos de gran tamaño. Con esta medida, las autoridades económicas chinas -que no han descartado nuevas rebajas- buscan inyectar más liquidez en el sistema bancario. Y de paso, alentan la recuperación de los bancos en bolsa. Las tres entidades de mayor tamaño del país -ICBC, Bank of China y Bank of Communications- ya acumulan rentabilidades de doble dígito en lo que llevamos de año, siendo el primero el más alcista al avanzar en torno al 17 por ciento. En cualquier caso, lo que resulta espectacular es que todos los bancos que cotizan en la bolsa del país se encuentran en positivo en 2012. En este periodo, el CSI 300 (indicador de la Bolsa de Shanghai) ya avanza un 6,75 por ciento, y el Hang Sheng (su homónimo en Hong Kong), un 11,21 por ciento. Un efecto mimético que se repite con los otros BRIC: Brasil, India y Ruisa suben un 11,28, un 11,51 y un 13,31 por ciento respectivamente.
Quien quiera aprovechar el tirón de la nueva economía para introducir exposición a China en su cartera encontrará en ETF y fondos de inversión a sus mejores aliados. Gracias a la recuperación de las bolsas chinas se pueden encontrar productos con tres o más estrellas Morningstar que acumulan rendimientos cercanos al 10 por ciento en un año. Tal es el caso del ETF iShares FTSE China (Hong Kong Listed) Index Fund o del fondo GAM Star China Equity USD Acc.
Cambios en el modelo económico
"A todas luces, las autoridades gubernamentales chinas están cambiando poco a poco el rumbo de su política económica", explican desde la gestora austriaca Raiffeisen, donde puntualizan que, además de los recortes en la ratio de reservas, "en el primer trimestre de 2012 podría aprobarse un primer recorte de los tipos de interés". Sólo en 2011, el Gobierno chino elevó los tipos de interés en cuatro ocasiones, hasta el 6,56 por ciento actual.
Esta medida, unida a decisiones en el ámbito de la política fiscal para incentivar el consumo privado (como por ejemplo la elevación del umbral de la pobreza), o en el monetario, para flexibilizar el cambio del renminbi y hacerlo competitivo en su cruce contra el dólar, buscan despertar el apetito por el gasto del consumidor chino. Una tarea más ardua de lo que parece, dada la gran cultura de ahorro vigente en el país. Según la encuesta sobre Consumidores Emergentes que realiza Credit Suisse, la tasa de ahorro entre la población china equivale a un 30 por ciento de los ingresos mensuales. Algo en lo que incidía el diario económico Finantial Times, que todavía esta semana lo resumió bajo el titular "El nuevo desafío de China es ser menos frugal".
De efectuar gastos -según la encuesta de Credit Suisse-, el consumidor chino se inclina primordialmente por la tecnología, y especialmente por la telefonía móvil y la informática. Así, que el pasado 13 de enero Apple se viera obligada a suspender las ventas de su iPhone 4S en China ante los disturbios que se originaron a las puertas de sus tiendas, va más allá de lo anecdótico. Tampoco se puede ignorar el gasto en sanidad. Según un informe de la consultora Standish, perteneciente a la firma BNY Mellon, "parte del problema es que en los hogares chinos se ahorra una cantidad mucho mayor que sus ingresos como una precaución contra las enfermedades, antes que para la educación de los hijos o para la jubilación. Para contrarrestar este deseo de ahorrar, China necesita expandir su red de seguridad social".
Esta suma de cambios encierran una transformación más profunda, de carácter estructural, de los fundamentos de la economía china. Se trata de la transición de una economía basada en las exportaciones a otra movida por el consumo doméstico. En definitiva, de la transformación de una economía emergente en otra desarrollada.
En esta transformación la demografía juega un papel esencial. Por un lado está el rápido ritmo de incorporación a la clase media urbana de los antiguos habitantes del medio rural. Por otro lado, está la estructura de la pirámide de población. Con más de 1.300 millones de habitantes, sumado a las restrictivas medidas de natalidad impuestas por el Gobierno del Partido Comunista de China (PCCh), la base de la pirámide china se está empezando a estrechar, denotando una progresiva evolución hacia el esquema propio de un país desarrollado. Pero dentro de esta progresión hay islas, y un fenómeno estudiado y que se repetirá en 2012 es el del baby boom con motivo del año del dragón. Según datos que recopila Bloomberg, la natalidad se dispara una media del 5 por ciento en coincidencia con la aparición de este animal mitológico en el calendario chino. Según datos de la Agencia Nacional de Estadísticas china, la población alcanzará su punto más alto en 2016 y se prolongará el crecimiento hasta el 2020, año para el que el organismo calcula que habrá 1.388 millones de chinos.
Para conseguir una transición armónica entre ambos modelos económicos, una primera idea que se está abriendo camino entre el abanico de posibilidades que manejan los gestores es un QE a la china, es decir, que el Gobierno del gigante asiático active un programa de estímulo a la economía con un espíritu similar a los que adoptó la Reserva Federal de EEUU. Es una idea no exenta de polémica, como explica Juan Ramón Caridad, director en España de Swiss & Global: "Lo que preocupa al Gobierno chino es la inflación y los niveles de desempleo. Tienen los medios pero no necesitan estimular la economía". Caridad afirma que hablar de un aterrizaje brusco es "sobrerreaccionar", pues considera que, para China, "con crecer a tasas entre el 6 y el 7 por ciento es suficiente. Es importante apreciar que actualmente crecer a un 7 por ciento equivale en términos absolutos a un 10 por ciento de 2007".
Los peligros del gigante
Se ha hablado de los motivos para ser optimistas con la segunda economía mundial, pero con el delicado panorama internacional, tampoco se puede dar la espalda a sus flaquezas. "Hay un desafío mayor a medida que la economía experimenta cambios estructurales desde el modelo viejo basado en exportaciones e inversion al modelo nuevo alimentado por el consumo interior. El nuevo liderazgo estará influenciado por el mismo, y además tratará de dirigir esta transición", apuntan desde Standish. Con el nuevo liderazgo, se refieren a la cercanía del congreso del PCCh, equivalente a elecciones generales, que se celebrará en 2012 y en el que se elegirán a las cabezas pensantes que dirigirán el rumbo del país en los próximos diez años. Y los analistas apuntan hacia un cambio generacional de consecuencias, de momento, desconocidas. "Un observador astuto de Pekín sugirió que éste es un cambio generacional en el liderazgo chino, de ingenieros y científicos a abogados y economistas, que puede ser un buen presagio de reforma financiera".
Hasta que dicho cambio se produzca, y más allá de la polémica sobre la dureza del aterrizaje, lo que realmente tiene preocupados a inversores y gestores es la burbuja inmobiliaria que se está gestionando en el país. Según datos de Standish, el segmento de la construcción aporta entre 14 y 15 puntos porcentuales al PIB chino, mientras que las actividades derivadas del sector contribuyen a un 25 por ciento del PIB. Y según datos del FMI, los precios sobre la propiedad han escalado un 60 por ciento desde el año 2006.
Pese a estos datos, sigue sin haber consenso ni sobre sus dimensiones, ni sobre los potenciales efectos de un pinchazo. Desde Swiss & Global, Caridad explica las diferencias con otros sistemas bancarios que ya han experimentado los efectos de las burbujas inmobiliarias: "Se ignora que en China, al contrario que lo que ha ocurrido en Europa, la primera vivienda sólo se financia en un 70 por ciento, la segunda en un 50 por ciento y, si alguien quiere tres casas, esta última, la tiene que pagar al contrado. Por lo tanto la vivienda tiene que caer más de un 40 por ciento para que los bancos empiecen a sentir un impacto en su cuenta de resultados".
El último factor de riesgo no está en China, sino en Irán. La aprobación de sanciones por parte de potencias como EEUU o la UE están alimentando el miedo a que se dispare el precio del barril de crudo, agravando la recesión mundial. China puede tener un papel relevante en este conflicto al ser el mayor consumidor de petróleo iraní (aunque sea Arabia Saudí el mayor suministrador de petróleo al gigante asiático, un 20 por ciento de sus reservas). Pero de momento, no es un peligro potencial a ojos de los expertos: "Es difícil imaginar que China tome una postura tan antagónica frente a los superpoderes de Europa y EEUU e incremente sus importaciones desde un país que se está convirtiendo cada vez más en un paria global", reflexiona Luis Puertas, director para España, Portugal y America Latina de ETF Securities. "En un momento en el que China quiere tener una voz más alta en el diálogo económico global, es probable que se ande con cuidado con su política exterior sobre el petróleo".