Bolsa, mercados y cotizaciones

Las agencias de 'rating' no se creen a la UE



    Después de la tempestad llega la calma. Y después de la cumbre de la Unión Europea de la semana pasada, llega el hostigamiento de las agencias de calificación, que no se han creído el acuerdo al que llegaron 26 países de la Europa de los 27, tras el plante de Reino Unido.

    Angela Merkel, la canciller de Alemania, también contribuyó a echar leña al fuego al negarse a ampliar el nuevo fondo de rescate permanente, mecanismo que se activará en marzo del año que viene. Y desde el FMI empeoraron las expectativas sobre la economía griega, al estimar que registrará un crecimiento negativo del 6 por ciento en 2012, frente al 3 por ciento esperado.

    A lo largo de los últimos cinco días se ha podido ver una cascada de recortes de calificaciones que se han centrado especialmente con el sector bancario del Viejo Continente y, particularmente, con la banca española, en una semana en la que la sequía de liquidez en el sector provocó que el número de entidades que acudieron a la ventanilla del BCE marcase máximos en quince meses.

    Así, el lunes Moody's amenazó al conjunto de la eurozona con la revisión de los rating de sus integrantes en los próximos meses. El martes, la misma agencia recortó la nota a la deuda subordinada de 21 entidades financieras españolas, entre las que figuran BBVA, La Caixa y Bankia, y puso en perspectiva negativa la nota de ocho bancos españoles. Desde Moody's justificaron su decisión en la exposición de la banca española al sector inmobiliario y las previsiones de que se pueda reducir su capacidad de generación de beneficios por reforzar su solvencia. Standard & Poor's también rebajó la nota a diez bancos nacionales, el jueves, escudándose en los nuevos criterios de solvencia y a la nueva metodología para elaborar las calificaciones. Los agraciados fueron Bankia y su matriz Banco Financiero de Ahorros, CaixaBank y su matriz La Caixa, Ibercaja, Kutxa, BBK, Bankinter y Popular.

    Fitch dio la puntilla el viernes. Por un lado, revisó a la baja los rating de siete grandes bancos mundiales ante los "crecientes riesgos" en el mercado financiero; entre ellos figuran Goldman Sachs, Deutsche Bank y BNP Paribas. Por otro lado, puso en vigilancia negativa la nota de España, Italia, Bélgica, Irlanda, Eslovenia y Chipre.

    Con este contexto, las bolsas llegaron al viernes con saldo negativo; el Ibex 35 retrocedió un 5,15 por ciento, salvando los 8.200 sólo por los pelos y llevándose, de rebote, una mala noticia: el recorte en la cuantía del dividendo de Telefónica, y los rumores de que el del Santander pueda ir por el mismo camino. El resto de indicadores no lo hicieron mejor: el Cac 40 cedió un 6,31 por ciento en la semana, el Ftse Mib y el EuroStoxx 50 más de un 5,5 por ciento y el Dax, un 4,76 por ciento. Las pérdidas también afectaron a EEUU: el Dow Jones acumuló recortes semanales en torno al 2,7 por ciento y el Nasdaq, en torno al 3,4 por ciento. Ayer tuvo lugar en Wall Street uno de los estrenos bursátiles más esperados del año, el de la startup Zynga, que a media sesión cedía más del 7 por ciento.

    Todo esto se produjo además en una semana en la que el cierre era clave, pues se publicaban los últimos datos trimestrales sobre vencimientos de futuros sobre opciones e índices, conocido como cuádruple hora bruja y considerado como el cierre oficioso del año.

    Disparidad en el euro y las primas

    La resaca post-Cumbre fue dispar para las primas de riesgo y el euro. La española, medida por la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se moderó de 360 a 345 puntos básicos. Si este descenso se ha apoyado en el éxito cosechado por el Tesoro Público en las subastas de deuda a corto y largo plazo que ha realizado esta semana, también ha propiciado que España se haya distanciado de Italia, que está sintiendo una presión mayor. Así, los inversores exigen a los bonos transalpinos a 10 años 129 puntos básicos más que a los españoles.

    En cuanto al euro, en las últimas jornadas ha llegado a situarse por debajo de los 1,30 dólares por vez primera desde enero. Aunque finalmente mantuvo esa cota -terminó la semana en los 1,3015 dólares-, en el conjunto de las cinco últimas sesiones se depreció un 2,7 por ciento contra el billete verde, su mayor descenso en una semana desde septiembre, un síntoma de los recelos que la eurozona aún inspira entre los inversores pese a los acuerdos de la última Cumbre.