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El yuan, un poderoso aliado contra la inflación
China no entiende de prisas. Ni de presiones. De lo que sí sabe es de trazar planes. Y cumplirlos. Eso sí, siempre al ritmo que convenga a sus intereses. Lo está demostrando con su política cambiaria, esto es, con el ritmo al que viene apreciando el valor de su divisa, el yuan, desde que en julio de 2005 le concedió la libertad condicional.
Hace seis años, Pekín consideró que había llegado el momento de romper el anclaje mediante el que el yuan se había mantenido a un cambio fijo de 8,28 yuanes por dólar estadounidense desde 1994. Una ruptura, eso sí, al estilo chino: exenta de rapidez y llena de control, dando lugar a una maniobra conocida como flotación sucia de su moneda.
En Occidente, esta actitud molesta. Preferirían una revaluación más acelerada para que los productos estadounidenses y europeos ganaran competitividad con respecto a los del gigante asiático. Presionan para que sea así, pero no alteran el pulso de Chino, plácidamente asentada sobre una montaña de reservas en divisa extranjera que supera los 3 billones de dólares. En Pekín son conscientes de que tal como andan las cosas en EEUU y la zona euro, esos ahorros son un arma negociadora de valor incalculable, por lo que pueden seguir manejando el yuan a conveniencia sin que las presiones occidentales vayan a más.
Pero no sólo de diplomacia viven China y el yuan. En 2011, la inflación se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza de las autoridades. Su salto por encima del 6% evidenciaba el recalentamiento de la economía. Para enfriar tanto los precios como el crecimiento, la moneda se ha revelado como un poderoso aliado. Con una moneda más fuerte se contiene la factura de los productos importados que cotizan en otras divisas -como el petróleo- y se frenan las exportaciones, el principal sector de la economía china. Sobre el papel, por tanto, con un único tiro, conceder una mayor subida al yuan, podrían matar dos pájaros, menos inflación y también menos crecimiento.
Desarrollados... y también los BRIC
Basándose en la teoría, las autoridades se han volcado en la práctica. Con intermitencias, puesto que no han dudado en interrumpir su escalada en los momentos de mayor tensión en los mercados, han acelerado -dentro de un límite- la ascensión de la divisa. Y las consecuencias son evidentes: con excepción del yen japonés, el yuan se está destapando como la divisa más fuerte del mundo en 2011. Contra el euro se aprecia un 2%, hasta los 8,64 yuanes, y contra el dólar norteamericano, un 4%, hasta los 6,34 yuanes por billete verde. También se aprecia contra el resto de las principales monedas del mundo, como la libra esterlina, los dólares canadiense o australiano y la coronas suecas y noruegas. Su fortaleza también alcanza a sus compañeros del selecto club BRIC. Brasil, Rusia e India también ven con agrado cómo sus divisas se debilitan contra la del gigante asiático. Contra el rublo ruso sube un 4,2%; contra el real brasileño, un 93%; y contra la rupia india, un 14,3%.
Sólo el yen le aguanta el pulso... a su pesar, ya que Japón desearía contar con una moneda más débil. Sin embargo, la incertidumbre financiera mundial está provocando que el yen permanezca como la principal moneda refugio, sobre todo después de que Suiza pusiera suelo al franco, a un cambio de 1,20 francos por euro, en septiembre.