Bolsa, mercados y cotizaciones
El pánico ante la recesión vuelve a hacerse con la Bolsa de Wall Street
El Dow Jones de Industriales, el índice de referencia de la principal plaza financiera mundial, restó esta jornada unos pronunciados 419,63 puntos para terminar en las 10.990,58, con lo que volvió a perder la referencia de 11.000 puntos en la que se mantuvo desde el pasado jueves.
De cualquier modo, ese indicador consiguió moderar ligeramente las caídas de la mañana, algo que no lograron los otros dos principales índices de Wall Street: el selectivo S&P 500 se dejó el 4,46 por ciento y el índice compuesto del mercado Nasdaq bajó el 5,22, arrastrado este último por un fuerte descenso del 5,33 por ciento en el sector tecnológico.
Cuando los analistas confiaban en que las aguas empezaban a calmarse en el parqué neoyorquino -que el miércoles terminó prácticamente plano-, los inversores volvieron a demostrar que los temores que provocaron la volatilidad de la semana pasada continúan muy presentes en sus decisiones.
Los operadores se desayunaron con los desalentadores augurios del banco Morgan Stanley, que rebajó sus previsiones de crecimiento de la economía mundial para este año y el próximo en un punto porcentual, con lo que este año el crecimiento caería al 3,9 por ciento desde el 4,2 previsto y en 2012 se situaría en el 3,8 por ciento desde el 4,5 por ciento.
Lo que más preocupó en el parqué neoyorquino fue que esa rebaja implicaría una desaceleración de la economía global para 2012 con respecto a este año y situaría a Estados Unidos y a Europa "peligrosamente al borde de la recesión para el periodo comprendido entre los próximos seis y doce meses".
Un cóctel de datos macroeconómicos por debajo de lo esperado en Estados Unidos se unieron a esos pronósticos para desembocar otra pequeña tormenta perfecta en Wall Street, que revivió así un pánico que algunos analistas igualan al vivido en los tiempos de la caída de Lehman Brothers.
Si los inversores tenían claro ya que el crecimiento económico de la primera potencia mundial dista de lo previsto en el inicio del año, cuando se esperaba un sólido fortalecimiento de la recuperación, los datos de hoy arrojaron aún más dudas sobre la situación de la primera economía del globo.
Antes de la apertura se conoció que la cifra de solicitudes de subsidio por desempleo en este país aumentó en 9.000 la semana pasada, al tiempo que el índice de precios de consumo de este país subió un 0,5 por ciento en julio, el mayor incremento desde marzo.
Más tarde se difundió que las ventas de casas usadas bajaron un 3,5 , en julio, y quedaron a su nivel más bajo en ocho meses, según la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces.
Por si esos datos no fueran suficientes, el índice que mide la evolución del sector manufacturero en el área de influencia del estado de Pensilvania se contrajo en agosto hasta su nivel más bajo desde marzo de 2009, según el banco de la Reserva Federal de Filadelfia (Pensilvania).
La repercusión de esos datos también se dejó ver en Europa, cuyas principales plazas financieras cerraron con pronunciadas caídas arrastradas además por el desplome de los bancos: Milán perdió un 6,15 por ciento, Fráncfort el 5,82, París el 5,48 y Madrid el 4,7 por ciento.
Los temores a la desaceleración económica mundial se saldaron además con una caída del 5,93 por ciento en el petróleo de Texas, que colocó así en los 82,38 dólares por barril.
Ante esa estampida de los mercados de valores y el petróleo, los inversores acudieron una vez más al refugio del oro, que terminó por primera vez en su historia por encima de los 1.800 dólares la onza (en 1.822), y a la deuda pública estadounidense a diez años, cuya rentabilidad bajó hasta el 2,06 por ciento.