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Todavía es pronto: Bernanke mantiene las ayudas para dar más tiempo a la economía



    1.000; 2.000; 3.000; 4.000... y así hasta más de 15.000. Son las cifras que fue registrando el contador de las personas que se conectaron para seguir en directo la primera rueda de prensa en la casi centenaria historia de la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU. La protagonizó su presidente, Ben Bernanke, al término de la tercera reunión de política monetaria del año de la institución, una cita que se saldó con menos cambios de los previstos. Es más, en lo grueso, todo siguió igual. Así, la Fed confirmó que completará la segunda ronda de estímulo cuantitativo (QE2, en sus siglas en inglés), una ayuda activada en noviembre de 2010 y mediante la que introducirá 600.000 millones de dólares en la economía hasta finales de junio. Al mismo tiempo, mantuvo los tipos de interés entre el 0 y el 0,25 por ciento en el que están desde diciembre de 2008 y reiteró que aún permanecerán en ese nivel "un largo periodo de tiempo".

    Estas decisiones, anunciadas en el comunicado difundido antes de la comparecencia de Bernanke, dejaban entrever que la Fed aún no detecta suficiente fortaleza en la economía. Estas sospechas se concretaron cuando el presidente anunció un recorte en las previsiones para 2011. Si en enero la entidad preveía que la economía crecería este año entre el 3,4 y el 3,9 por ciento, hoy matizó que esa tasa podría moverse entre el 3,1 al 3,3 por ciento. Para la Fed, "la recuperación está evolucionando a un paso moderado", un discurso más tibio que el expuesto en la reunión de marzo, cuando sostuvo que la recuperación evolucionaba "a un paso más firme". Esos recelos podrían concretarse mañana, jornada en la que se conocerán los datos del Producto Interior Bruto (PIB) del primer trimestre de 2011. Según las previsiones, entre enero y marzo la economía creció a una tasa anualizada del 2 por ciento, inferior al 3,1 por ciento del último trimestre de 2010.

    Espera más del empleo

    En este contexto, la Fed mantuvo los estímulos para dar más tiempo a que la economía se recupere. Espera más, por ejemplo, del empleo. Y eso que la entidad es más optimista. Hace tres meses consideraba que la tasa de paro se movería entre el 8,8 y el 9 por ciento en 2011; ahora cree que lo hará entre el 8,4 y el 8,7 por ciento -actualmente está en el 8,8 por ciento-. Y aunque Bernanke certificó que "las condiciones del mercado laboral están mejorando", no basta.

    Lo mismo ocurre con la inflación. Como en marzo, juzgó que las presiones inflacionistas derivadas del repunte de las materias primas son "transitorias". Es decir, considera que los precios aún no representan un problema y que su repunte será gradual. Mientras que en enero preveía que la inflación del consumo privado subyacente (PCE core) oscilaría entre el 1 y el 1,3 por ciento en 2011, hoy situó esa horquilla entre el 1,3 y el 1,6 por ciento.

    Ahora, sin embargo, se encuentra en el 0,9 por ciento, en zona de mínimos históricos, y ésta es una de las razones por las que Bernanke entiende que harán falta al menos "dos reuniones más" antes de tomar alguna medida. Eso sí, quiso dejar claro que la Fed "tiene herramientas" para retirar los estímulos y que en el futuro "norma- lizará" la extraordinaria política monetaria actual, aunque "no está seguro de cuándo lo hará ni con qué intensidad", confesó.

    Dólar a la baja y récord del oro

    En este sentido, Bernanke, que no dudó en asegurar que el QE2 ha sido "efectivo", se mostró convencido de que su fin en junio "no tendrá efectos negativos en los mer- cados financieros y la economía" porque es una decisión conocida y porque, después de junio, la Fed seguirá reinvirtiendo por un tiempo el dinero de los bonos que vayan venciendo.

    Tampoco valoró el impacto que la actual política de la Reserva Federal está teniendo sobre el dólar. Se limitó a decir que "lo mejor que puede hacer la entidad por EEUU es fomentar unos fuertes fundamentos económicos". El mercado, sin embargo, sí interpreta que la Fed apadrina un dólar más débil. De ahí que, tras escuchar a Bernanke, el billete verde se depreciara hasta los 1,475 dólares, su cambio más bajo contra el euro desde diciembre de 2009. También impulsó al oro, tradicional antidólar, que elevó su plusmarca histórica hasta los 1.528 dólares.