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Trichet avisa de que subirá los tipos si es preciso... como ya hizo en 2008



    El Banco Central Europeo (BCE) volvió a demostrar ayer de qué pasta está hecho. Por mediación de su presidente, Jean-Claude Trichet, hizo gala de su ADN antiinflacionista.

    Poco importa que la zona euro se enfrente a una crisis de deuda que, en última instancia, contiene el peligro de acabar con el euro. Han bastado que las cifras provisionales de diciembre mostraran que la inflación de la región se ha situado en el 2,2 por ciento, por encima del objetivo de la entidad de mantenerla por debajo pero cerca del 2 por ciento a medio plazo, para que desempolvara su sesgo más habitual. El de una institución dispuesta a todo sin que nada de anteponga a su objetivo existencial: la estabilidad de los precios.

    Lo recordó Trichet: "El mercado sabe que haremos lo que sea necesario. No era fácil subir los tipos en 2008, pero era lo apropiado", rememoró. Aludió así al aumento del precio del dinero que el BCE emprendió entonces, para llevarlo del 4 al 4,25%, pese a que la crisis financiera ya ahogaba el crédito y la economía. Para muchos, el mayor error en la historia de la institución; para el banquero galo, una demostración de autoridad.

    "Trichet se pasó de frenada. Se nota mucho que el BCE no está cómodo con las medidas heterodoxas y en cuanto puede, vuelve al discurso habitual", argumenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "El BCE siempre es así de sorprendente. Pero no parece sensato que mueva los tipos en el contexto actual", sostiene Pablo Guijarro, director de análisis macroeconómico de AFI.

    Capacidad de intimidación

    Los expertos, por tanto, no creen que la institución traduzca la advertencia en realidad. Es más, la entidad reiteró que los tipos siguen en el nivel "apropiado" tras mantenerlos en el 1 por ciento en el que permanecen desde mayo de 2009. Luego, eso sí, anticipó que la inflación seguirá unos meses por encima del 2 por ciento para luego moderarse. Con un matiz: "Los riesgos sobre la evolución de los precios a medio plazo están equilibrados, pero podrían moverse al alza".

    Si el BCE pretendía que el mercado recordara su verdadera misión, lo consiguió. Lo reflejó el euro, que se apreció un 1,8 por ciento, su mayor avance desde julio, y se disparó hasta los 1,336 dólares. También la deuda alemana, que fue tomada por las ventas con el consiguiente repunte de los rendimientos, que suben cuando el precio de los títulos baja. Ayer, la rentabilidad de los bonos germanos a dos años pasó del 0,98 al 1,11 por ciento.

    ¿Y la crisis de deuda? Se limitó a decir que el programa de compras de bonos "continúa" y reclamó más esfuerzos a los países implicados para contener el déficit y el peso de la deuda pública.