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Ya nadie se acuerda del 'cuervo' de las finanzas: Somary, el hombre que predijo el 'crash' del 29



    Tan sólo una generación después, un personaje ilustre como el banquero austro-suizo Felix Somary (1881-1956) ha sido completamente olvidado. Al menos en Italia, donde, sin embargo, gozaba de una merecida fama como estudioso y como financiero

    Fue descubierto precozmente por Luigi Einaudi, cuando hacía una recesión muy favorable -Critica social, 15 de mayo de 1903- de un ensayo juvenil escrito por él, cuyo tema principal eran las empresas con acciones en Austria.

    Después, durante los años 20, el Banco de Zurich, del que mientras tanto, se había convertido en accionista de Blankart & Cia, mantuvo cordiales relaciones con la Comerciale de Giuseppe Toeplitz.

    Por medio de esta última, Somary conoció a Raffaele Mattioli, que por aquella época era el responsable de la secretaría de Toeplitz. Poco después, le envió sus obras de dedicadas.

    Incluso Giovanni Malagodi, que durante muchos años ocupó la cúpula de la Comit, fue también un admirador de Somary. Hasta tal punto que llegó a escribir sobre él en su Perfil de Raffaele Mattioli (Ricciardi): "En uno de sus libros, Die Ursachen der Weltkrise -Las causas de la crisis mundial-, un eminente banquero suizo, Felix Somary, señalaba la situación italiana como uno de los mayores focos de infección internacional".

    Intervino en la creación de Mediobanca

    En 1945, por fin, recurrieron a Somary el propio Mattioli y Enrico Cuccia, cuando estaban intentando crear Mediobanca y relanzar el crédito a medio plazo, a pesar de los obstáculos que ponía el Banco de Italia.

    En el otoño de 1945, en una reunión del Rotary de Florencia, Cuccia recordaba: "Mattioli pensó que la participación de un grupo financiero extranjero habría podido representar un importante incentivo para que nos concediesen las necesarias autorizaciones y, con este fin, consiguió que Felix Somary, socio de la Blankart & Cia de Zurich, le enviase una carta fechada el 24 de octubre de 1945, en la que declaraba su disponibilidad a participar en la creación de un organismo bancario italiano".

    Y Cuccia añadía: "El 27 de octubre, Mattioli escribió a Einaudi, para comunicarle el texto de la carta de Somary, sin decirle, sin embargo, el nombre de su remitente, limitándose a contarle que se trataba de un 'amigo suizo, personalidad de primer plano en la vida económica y financiera de su país y de categoría internacional'".

    La carta de Somary obtuvo el efecto deseado, consiguiendo vencer la reluctancia del gobernador Einaudi. En 1946 nació, pues, Mediobanca, pero con la participación solamente de los tres bancos italianos -Comit, Credito y Banco di Roma-. Y es que, mientras tanto, Somary había echado marcha atrás y su Blankart & Cia permaneció al margen de Mediobanca. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que su papel fue decisivo para sacudir las aguas y agilizar el proyecto.

    El cuervo de Zurich

    ¿Por qué motivo, entonces, un personaje de tal nivel y de tanta fama terminó en el olvido general? Se trata de una de las innumerables excentricidades de la Historia. Pero, por fortuna, la laguna de la memoria se puede remediar leyendo su autobiografía -que no está traducida a muchos idiomas, entre ellos el italiano-, aparecida después de su muerte escrita en alemán, en el año 1959, y en inglés, en 1986, con el sugestivo título de The Raven of Zürich -El cuervo de Zurich-.

    Gracias a este palpitante libro -que se sumerge en la Viena de finales de siglo, en el Berlín del Kaiser y, después, en la América de Roosevelt, con vivos trazos de los protagonistas de aquella época-, hoy somos capaces de apreciar las dotes casi proféticas de este economista, así como acercarnos a su absoluta moralidad e independencia de juicio y también al altísimo nivel de las que fueron sus amistades o de sus enormes conocimientos.