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Brasil entra en la "guerra de las divisas"



    Después de las grandes potencias occidentales, Brasil advierte a su vez de la "guerra de las divisas" que amenaza las exportaciones en un contexto mundial más competitivo que nunca, donde China es señalada con el dedo por su rechazo a apreciar su moneda.

    El mundo está "en medio de una guerra de divisas internacional", estimó el ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega, citado el martes por el diario económico británico Financial Times.

    Para Mantega, el real brasileño figura entre las víctimas de esta batalla porque su apreciación con respecto a otras monedas "amenaza la competitividad" del país, primer exportador mundial de café y azúcar, por citar sólo algunos.

    Brasil entró así en una pelea ya de por sí confusa en la que estadounidenses, europeos, japoneses, chinos tratan de proteger sus intereses vitales que, en un contexto económico deprimido, pasan por el mantenimiento de su divisa a un nivel bajo para ganar segmentos de mercado.

    En un encuentro con periodistas de agencias, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, dijo el martes que no tiene "la impresión hoy de que haya un alto riesgo de guerra de divisas. Pero eso es parte de los riesgos que afrontamos", indicó. "Pienso que la posibilidad es bastante baja, porque todo el mundo puede comprender que conflictos demasiado grandes al respecto tendrían repercusiones negativas. Sin embargo, se puede producir", consideró.

    En este tenso contexto, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, prometió impulsar una reforma del sistema monetario internacional durante su presidencia del G20, que comienza en noviembre, a fin de limitar la volatilidad de las tasas de cambio.

    En materia de cambio, la felicidad de algunos supone siempre la desgracia de otros: una moneda que sube lo hace forzosamente en detrimento de otra.

    La gran batalla actual opone a Estados Unidos y a China, acusada por Washington de lentitud a la hora de apreciar el yuan. El Congreso de Estados Unidos acaba de dar un primer paso en dirección a decidir medidas de retorsión contra China que permitirían penalizar sus importaciones. Y Washington se declara ahora también dispuesto a hacer funcionar la plancha de billetes para sostener el crecimiento, lo que debilitaría todavía un poco más al dólar, mientras Japón vende yenes masivamente para proteger sus exportaciones.

    Los europeos están al acecho: el euro superó el lunes el umbral de los 1,35 dólares por unidad, volviendo a niveles que tradicionalmente irritan a los países exportadores.

    Brasil, potencia emergente, está forzosamente afectado por este juego de dominó mundial: el real se ha apreciado más de un 30% con respecto al dólar desde principios de 2009.

    Sin embargo, los analistas recuerdan que la guerra de divisas no es nueva. "Las batallas políticas sobre las divisas y la implementación de políticas complacientes en todo el mundo fueron el motor de un mercado que registró una expansión exponencial durante los 10 últimos años", explicó Simon Derrick, del banco BNY Mellon.

    Pero en cierto momento, estas políticas "provocan fracturas en el sistema monetario internacional", asegura Neil MacKinnon, economista de VTB Capital.

    Sobre todo porque los países emergentes, como Brasil, no disponen de fundamentos económicos suficientemente sólidos para hacer frente al flujo de capital exterior vertido por especuladores y que que provoca una apreciación brutal de la moneda.

    Poner un poco de orden en el mercado de divisas, como desea Sarkozy, se ha convertido en una tarea monumental que algunos estiman imposible sin un acuerdo político al más alto nivel.

    Según un reciente estudio del Banco de Pagos Internacionales (BRI), el valor total de las transacciones que se llevan a cabo a diario en los mercados mundiales de divisas ronda los 4 billones de dólares, más que el Producto Interior Bruto (PIB) de Alemania.