Bolsa, mercados y cotizaciones
Los bonos insisten en arruinar el rebote bursátil
El miedo a la recaída sitúa el rendimiento de la deuda de EEUU a dos años en mínimos históricos. La disparidad no es sostenible: o los bonistas son demasiado pesimistas o la bolsa ha corrido mucho.
Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Por eso no puede prolongarse mucho más el intenso pulso que la deuda pública está manteniendo con la bolsa.
Mientras la primera anticipa un escenario de desaceleración económica -con brotes deflacionistas incluidos-, la segunda ha revivido en las últimas semanas, al calor de los resultados empresariales y de los test de estrés, con subidas que oscilan entre el 10% de Wall Street y las tasas superiores al 20% de indicadores europeos como el español Ibex 35 (IBEX.MC).
Y uno de los dos mercados se equivoca. O los bonos se han pasado de pesimismo o es el parqué el que ha corrido demasiado.
Esta disparidad se ha hecho especialmente evidente en Estados Unidos. La incertidumbre en torno al futuro de la mayor potencia mundial ha provocado que el rendimiento de los bonos a dos años haya bajado esta semana hasta el 0,51%, el nivel más bajo de la historia. En el caso de los títulos a 10 años, la rentabilidad ha descendido hasta el 2,87%, mínimos desde abril de 2009.
Pero también es palpable en otros mercados. Así, el rendimiento de los bonos a 10 años de Japón cayó ayer hasta el 1%, algo que no se veía desde 2003. Y en otras de las mayores economías, como Alemania o Canadá, las rentabilidades también están en zonas históricamente reducidas.
Divergencia peligrosa
Estos intereses responden a que, como ven el futuro económico nublado, los inversores se protegen en la deuda pública -con el consiguiente descenso de los rendimientos, que bajan cuando el precio de los títulos sube-.
Lo llamativo, sin embargo, es que al mismo tiempo que el dinero pesimista entra en los bonos, hay otro dinero optimista que confía en la recuperación y ha entrado en los parqués. Un claro ejemplo ha sido el Ibex.
Aunque ayer cedió un 0,26%, hasta los 10.843,3 puntos, camina por las cotas más altas de los cuatro últimos meses y acumula un rebote del 25% desde los mínimos de junio.
"La divergencia es evidente... y es muy bajista para bolsas. Lo que viene es una locomotora llamada hiperdesapalancamiento, consistente en una deflación sistémica. El problema es saber si esta caída de los precios será perpetua -de 5-10 años- o puntual -de 1-2 años-", predice el analista financiero Hugo Peterssen. Gabriel Stein, de Lombard Street Research, también da crédito a los temores que ofrecen los bonos.
"La economía estadounidense podría entrar en deflación en 2011 por vez primera desde que existen registros", advirtió en declaraciones a la agencia Bloomberg.
Es más, incluso las autoridades norteamericanas son más que conscientes de que la amenaza deflacionista, consistente en una caída general de los precios, está al acecho. Así lo ha reconocido James Bullard, presidente de la Reserva Federal de San Luis, una de las doce delegaciones de la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU.
En un discurso pronunciado el pasado jueves, admitió el riesgo de que la economía se enrede en una espiral deflacionista similar a la que viene padeciendo Japón desde finales de los 90.
"Estados Unidos está hoy más cerca de unas consecuencias al estilo japonés que en cualquier otro momento de la historia reciente", aseguró. Al mismo tiempo, aconsejó la necesidad de confirmar que los tipos de interés van a seguir bajos -ahora están entre el 0 y el 0,25 por ciento- mientras sea preciso y "expandir el programa de medidas cuantitativas mediante la compra de deuda pública".
Es decir, recomendó a la Fed que compre títulos en el mercado, un instrumento con el que introduciría más dinero en la economía.
Por delante
A la espera de saber quién gana el pulso, la deuda pública ha mostrado sus credenciales adivinatorias en esta crisis y ha sido más rápida que la bolsa a la hora de anticipar nuevos virajes en el mercado.
Para empezar, fue la curva de rentabilidades de la deuda pública norteamericana la que empezó a avisar -con su aplanamiento- a finales de 2005 y en 2006 de las complicaciones financieras que se avecinaban.
Luego, a mediados de 2007, y cuando el parqué aún subía, descontó ya con toda claridad la crisis que se avecinaba en los meses posteriores con unas compras que redujeron los rendimientos de forma intensa.
En enero de 2009, dos meses antes de que el optimismo regresara a la bolsa, las ventas de bonos presagiaron que la situación estaba mejorando tras la quiebra del banco Lehman Brothers. Y en la actualidad, la deuda estadounidense se dio la vuelta, para descontar un escenario peor, en abril.